Estrenos

Tomás Gayo estrenará ‘La noche de la Iguana’

Con motivo del veinte aniversario del la fundación de Tomás Gayo Producciones, Gayo ha decidido poner en pie  «la que seguramente será la más compleja de todas las que he producido e interpretado,  La Noche de la Iguana», explica el productor quien añade «es una de las obras de Tennessee Williams menos representadas en España. Y sin embargo, según mi criterio es un texto necesario y excepcional, que el público que acude a los teatros no debe perderse, por ser una de sus creaciones dramáticas más conseguidas, y a la vez más autobiográficas». La preparación de este montaje coincide , además, con el 25 aniversario de la muerte de Tennessee Williams.
El reparto lo forman Tomás Gayo, como el doctor T. Lawrence; Pilar Velázquez, en el papel de Maxine Faulk; Ana Marzoa, como Hannah Jelkes; Sara Casanovas, interprentando a Charlotte; Geli Albaladejo, dando vida a la señorita Fellowes; Juan Antonio Quintana como Nonno; Mundo Prieto interprentando a Jake, Juanjo Pardo, interprentando a Pepe y, por último, Juan del Valle en el papel de Pancho. Todos ellos trabajarán bajo la dirección de María Ruíz.

Sipnosis argumental
El reverendo T. Lawrence Shannon desequilibrado y descreído, ha sido expulsado del sacerdocio y tras pasar unos meses en un manicomio ha encontrado trabajo como guía turístico en México. En uno de sus periplos viajeros, una sensual joven, Charlotte, intentará seducirle. Una bella viuda amante del alcohol y del sexo, propietaria de un retirado hotel al borde de la playa; una virginal pintora que vaga por el mundo junto a su abuelo poeta: una adolescente deseosa de nuevas experiencias sexuales y una institutriz de tendencias lesbianas forman el entramado que se sacude en torno a un dipsómano ex sacerdote, el cual busca el significado moral de su existencia y la expresión de un dios personal.

Sobre el autor y la obra
Tennesse Williams , Proveniente de una familia problemática que le inspiró muchos de sus escritos, nació en Columbus, Misisipi en casa de su abuelo materno, el rector de la Iglesia Episcopal local. Su familia se trasladó a Clarksdale (Misisipi), cuando él tenía tres años. A los siete, Tennessee fue diagnosticado de difteria. Durante dos años casi no pudo hacer nada, pero entonces su madre decidió que no le iba a permitir perder el tiempo. Lo animó a que usara su imaginación y, cuando tenía trece años, le dio una máquina de escribir. En 1918, la familia se trasladó de Nuevo, esta vez a St. Louis, Missouri. Su padre, Cornelius Williams, era un viajante vendedor de zapatos que cada vez se hacía más agresivo conforme sus hijos crecían. Su madre, Edwina Williams, descendía de una buena familia sureña. Dakin Williams, su hermano, era el preferido de su padre. Tennessee se sentía muy próximo a su hermana, Rose, que quizá fue quien más influyó en él. Era una belleza delgada, diagnosticada de esquizofrenia, que pasó la mayor parte de su vida adulta en hospitales mentales. Después de varios intentos infructuosos de terapia, se volvió paranoica. Sus padres autorizaron una lobotomía prefrontal en un intento de tratarla. La operación, fue mal, y Rose quedó incapacitada para el resto de su vida. La fracasada lobotomía de Rose fue un duro golpe para Williams, quien nunca perdonó a sus padres por permitir semejante operación. Pudo haber sido uno de los factores que lo llevaron al alcoholismo.
Tennesse Williams, con este apunte de biografía, refleja en esta obra más que nunca su propia personalidad, el personaje de Lawrence T. Shannon, tiene muchas coincidencias con su propia vida. Antes de publicar la obra, escribe un relato corto, con el mismo título, en el que empieza desarrollar los personajes y las ideas que después aparecerán en la función. Así, por ejemplo, describe a «Miss Jelkes», como «Una delicada tetera, pero que nadie puede adivinar lo que hierve por dentro», o algunos diálogos entre ésta y un «Escritor Maduro», con problemas de salud, de sueño y de concepción de la vida y de la religión que luego se repiten en la obra. Dice «El Escritor Maduro-«Tiene usted el don maravilloso de sufrir por los demás». Y contesta Miss Jelkes – «Bueno, no puedo soportar ver a los que sufren, puedo soportar el mío, pero no resisto el sufrimiento humano o el sufrimiento animal…Hay demasiado sufrimiento innecesario, provocado por personas que tienen endurecida la sensibilidad hacia los sentimientos de los demás. ¡A veces incluso parece que el universo lo inventó el Marqués de Sade! No creo que haya que expiar los pecados ¿No es espantoso y completamente absurdo que prácticamente todas las religiones se basen en el principio de la expiación de los pecados cuando de hecho no existe nada como la culpabilidad?». A lo que el «Escritor maduro» responde: «Lo siento. Yo no estoy en condiciones de hablar de Dios». «Yo no estoy hablando de Dios. – Responde ella- ¡Estoy hablando de la Iguana!».
Estas ideas, son en el cuento puestas en boca del personaje de Srta, Jelkes, mientras que en el texto dramático se transfieren al personaje Shannon. Así, parecería que el personaje del «Escritor joven» es un trasunto de «la Patrona» (Maxine, en la pieza dramática). El fin inminente de Nonno (El abuelo), que intenta sublimar, o más bien, perpetuar su vida a partir de la redacción de un poema, lo situaría en el mismo plano de la lucha de la iguana por no aceptar su muerte.
Nuestro texto, «la Noche de La Iguana», no es sino una admirable muestra de cómo Tennesse Williams basa su corpus dramático en un previo relato breve. La frase mítica «Siempre confíe en la bondad de los desconocidos» se me ofrece como una constante de la obra, de Tennesse Williams , que vuelve a parecer en esta versión., son personajes que se encuentran por casualidad y que después de ese encuentro cambiarán su rumbo, o por lo menos, como espectador, sería deseable qué así fuera.


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