La vinculación artística entre el director esloveno Tomasz Pandur y el Teatro Español de Madrid continúa. Tras haber realizado un montaje específico para las Naves del Español con Blanca Portillo en el papel de ‘Hamlet’ cuya inspiración estética la había encontrado en el filme de Luchino Visconti ‘La caída de los dioses’, ahora ha adaptado junto al dramaturgo Darko Lukic para la escena la propia película. Coproducido por el Grec Festival de Estiu de Barcelona y el Teatro Calderón de Valladolid, donde se estrena entre los días 17-19 de marzo, el montaje está protagonizado por Belén Rueda, Pablo Rivero, Fernando Cayo, Manuel de Blas, Olivia Molina, Alberto Jiménez, Santi Marín, Francisco Boira, Emilio Gavira y Ramón Grau, que darán vida a los miembros de la familia Von Essenbeck. La historia, sobre la que planean las sombras de Macbeth, Edipo e incluso el propio Hitler, trata de las luchas intestinas entre los herederos de una gran empresa siderúrgica en la Alemania de los años treinta y de las estrategias para hacerse con el control de la misma, tanto por parte de los Essembeck como, a nivel político-militar, de las SA y las SS. Una tragedia política cargada de muertes, pederastias, incestos, venganzas y odios. De todo ello nos habla el propio Tomaz Pandur en la siguiente entrevista.
De ‘Hamlet’ dijiste que te habías inspirado en la estética de ‘La caída de los dioses’. ¿Por qué has decidido ahora montarla?
En la actualidad necesitamos responder cuestiones más profundas y enmarañadas que en los tiempos de Visconti. Lo que en su tiempo podía simbolizar Alemania, la lucha entre su grandiosa cultura y su profunda caída es hoy en día desafortunadamente, una imagen extendida por todo el planeta. ¿Qué significan actualmente estos sermones para nosotros?, ¿Y qué podrán significar en el futuro? ¿Qué nos transmiten sobre nuestros días, tras Hiroshima, tras el 11 de Septiembre, tras la ‘conquista’ del espacio y la pérdida de nuestro propio planeta?
¿Por qué no hacer directamente un Macbeth? ¿Qué aporta Visconti respecto a aquella?
‘La caída de los dioses’ de Visconti se inspira en Shakespeare, Hamlet, Macbeth o Rey Lear pero principalmente se inspira en la filosofía de Nietzsche. Por otra parte, es probablemente el análisis más sistemático sobre la repercusión del pensamiento que Nietzsche tiene acerca del medio cinematográfico o acerca del arte en general.
¿Es un paso más allá, de las luchas motivadas por la ambición de poder a las causadas por el odio?
También la hemos enfocado hacia el colapso del sistema de los valores morales, hacia la desaparición de la conducta ética y cada ilusión humana. ‘La caída de los dioses’ comienza su psicoanálisis de la humanidad de un modo preciso. Al principio de la humanidad, la familia actúa como soporte y unidad básica. Por tanto, los grandes dramas familiares y numerosas historias sobre nuestra civilización, tales como Hamlet, Edipo, Rey Lear e incluso Los Buddenbrook, forman parte de ‘La caída de los dioses’. ¿Qué es lo que encontramos en ellos cuando se unen de este modo, desde la mutua distancia tanto en tiempo como en espacio? Miseria, dolor, sufrimiento y finalmente, colapso. La familia está destinada al colapso, es inherente a su propia formación. La familia lleva consigo la semilla de su propia destrucción. La familia es el lugar de origen de todos los tabúes, el lugar de todas las novelas de palabras silenciadas y el sitio de las miradas al suelo, esas que hacen imposible que veas tu interlocutor, lugar de impaciencia y puede que por encima de todo esto, el sitio de la expectativas incumplidas.
Es una película con un ritmo y un tempo muy especiales, muchas ubicaciones espaciales y gran cantidad de personajes. ¿Cómo se adapta a la escena?
Continuamos con la historia del declive y la descomposición de la familia, las fortunas de los individuos que están vinculadas a desarrollos más amplios en un momento de climax en la Historia. Este sicoanálisis de la humanidad, tras arrancar con la familia, el estado y la sociedad, llega finalmente al núcleo de la cuestión, al individuo y la unidad responsable de sus propias creaciones: la familia, la sociedad y el estado. Pero aquí, como en la lucha entre su grandiosa cultura y su oscura caída, se muestran como las dos caras de una misma moneda, bien como inventos monstruosos que actúan contra el ser humano, bien como el útero de su creación, creatividad y fuerza. El individuo está siempre solo y perdido en el gran vacío del mundo, cuando flota en el útero, cuando levita en la superficie de la luna o en el espacio o cuando avanza con sus llorosas mejillas hacia la desconocida penumbra. Pero nosotros actualmente, tras todo esto, sabemos que no hay otra Historia aparte que la llevada a cabo por los propios individuos, que no hay historia aparte de las millones de historias personales. En este contexto y con este amplio conocimiento, con esta indeseada realidad que tenemos que sobrellevar como destino, actuamos según las circunstancias, las cuales originan acciones y tienen en cuenta, una y otra vez, las grandes cuestiones de libertad de los humanos.
Y en este caso, ¿respetarás la estética del film de Visconti?
Rainer Erner Fassbinder dijo una vez que ‘La caída de los dioses’ de Visconti tal vez sea la mejor película, la película que significa tanto para la historia del cine como Shakespeare significa para la historia del teatro. Pienso que éste es el momento idóneo para probar esta afirmación y devolver a los teatros europeos el espíritu del Gran Maestro. Creo que la ilusión del Teatro empieza y termina con la representación teatral como un juego cibernético entre nuestro cerebro y el escenario. Finalmente, el teatro se convierte en realidad, tal y como percibimos la realidad antes de entrar en el teatro, sólo que es una realidad de otra forma. Como en el proceso de hacer un perfume, donde toneladas de pétalos son usadas para producir unas pocas gotas de extracto de dulce aroma, miles de años de experiencia historica y todos los espacios del Universo pueden ser convertidos en una sola lágrima en la cara de un actor, en un sólo rayo de luz en el escenario. Esa es la razón por la que no crearé un un teatro de realidad fantasmagórica o una realidad que parezca un sueño. Me gustaría creer que ahora estamos creando una realidad que es teatro.
‘La caída de los dioses’ viene a ser el reflejo de la historia de Alemania durante el nacionalsocialismo personificado en una familia… pero ¿se puede trasladar?
Sí, por supuesto que puede y deber de ser traducida y entendida actualmente e incluso en el futuro. Puede que incluso mejor que en lo setenta. Visconti se centra en los alemanes, aunque está perfectamente claro que se puede hacer un análisis idéntico para cualquier nación. Visconti centra su mirada en el momento en el que Alemania es el estado más poderoso del mundo. Lo cual, para Nietzsche, significa necesariamente que era al mismo tiempo la nación del mundo más inculta y con menos espíritu. ‘La caída de los dioses’ retrata la idea fundamental de Nietzsche –el estado engulle a la cultura– y muestra cómo el poder y la fuerza con las que los nazis construyeron su estructura nacional destruyó directamente y con la misma firmeza, todas las formas de cultura y espiritualidad, cayendo sin remedio en ‘la banalidad del diablo’ como salida final a todo este proceso.
También estrenas reparto, incluso con una actriz sin trayectoria teatral durante los últimos años. ¿Se sorprenderá el público?
Llevaba tiempo queriendo colaborar con Belén Rueda, incluso antes de que se convirtiera en una de las actrices europeas más deseadas. Cada minuto, cada día en los ensayos demuestra porqué. El trágico y complejo papel de Sopfie Von Essenbeck parece perfecto para su enorme talento, su devoción personal y sinceridad artística. También estoy muy contento y orgulloso de haber metido en el mundo del teatro a un actor como Pablo Rivero, para el que éste será su primer encuentro con el escenario. Un director no puede desear más: el elenco de ‘La caída de los dioses’ cuenta con impresionantes actores como los legendarios Manuel de Blas, Fernando Cayo, Alberto Jiménez, Fran Boira, Santi Marín, Emilio Gaviray Olivia y Molina.