Tomemos las playas
El teatro, cualquier forma de teatro, se puede definir por un cierto orden en el espacio que fija la frontera de separación entre el actor y el espectador, establecida por una determinada orientación de la mirada que el uno dirige al otro. En su origen «teatro» significaba «lugar donde se mira». Pero fuera de las salas, el espectáculo se superpone a un mundo con otras reglas. La calle no es simplemente el espacio que delimita el conjunto de edificios de una ciudad. No es ni siquiera la suma de todo aquello que contiene… la calle sucede. Surge de la multiplicidad de acontecimientos que se desarrollan en ese territorio. Si intentamos definir el Arte en los espacios públicos lo reduciríamos a nuestras palabras dejando fuera multitud de conceptos y matices distintos.
Una manera de crear aficionados al hecho escénico
Entrar en una sala de teatro implica demasiados actos voluntarios, demasiadas decisiones: la obra, el día, la función, el vestuario… y ¿con quién ir? Pero en las plazas se cuelan pequeñas dosis de poesía, en intervenciones artísticas. ¿Quién dice que no puede ser el comienzo de una gran pasión?
Lo extraordinario invade nuestro cotidiano
Aunque las distintas formas de encerrar la percepción han sido utilizadas recurrentemente por todas las manifestaciones artísticas, el espacio público se convierte en el escenario ideal para reinventar los procesos, para generar nuevas perspectivas y para crear una relación distinta del ciudadano con su ciudad.
Campo abierto
Las artes de la calle son un campo abierto. Hay modos y expresiones tan diferentes que permiten extender el género: en espacio abierto, en el ámbito urbano, en el ámbito social… creando mestizaje artístico y multiculturalidad.
Multidisciplinaridad
Si las artes escénicas contemporáneas se caracterizan por la ruptura de las líneas divisorias entre el teatro, la danza, el circo, el audiovisual… estas líneas son aún más borrosas en las artes de la calle, gracias a la descontextualización de la «performance» que ayuda a superar todas las fronteras del género.
Un escenario de 360º
El espacio fundamental es la puesta en escena. Se rompen las rutinas en la comunicación entre el emisor y el receptor integrando ruidos y obstáculos visuales; incorporando la libertad de movimiento del público; cambiando el concepto de frontalidad; reinventando los procesos; asumiendo las reacciones espontáneas de los públicos también mucho más heterogéneos, condenados a convivir entre ellos.
El espacio público se convierte en la escenografía del espectáculo.
Teatro de calle: una cuestión de orden
En la sala el orden precede al espectáculo, en la calle, el espectáculo produce el orden. Es el acontecimiento que transforma el espacio. Este tiene un dinamismo propio, cuyas radiaciones generan un orden mágico y efímero.
Arte Total
Nos encontramos ante una obra de Arte TOTAL. No tenemos un cuadro dentro de un museo, ni una pieza teatral dentro de un teatro. Tenemos un emisor, un receptor en un espacio no convencional que se convierte en un espacio de comunicación para el Arte y surge la magia y la comunicación. Estamos hablando de la esencia misma del hecho escénico.
Espacios para soñar
Las calles son invadidas por los sueños que existen únicamente en el momento en que se representan y que invitan a volar. Las artes de la calle pueden realizar preguntas, ofrecer ideas, crear belleza o sorpresa. Las artes de la calle no tienen barreras con el espectador. El actor provoca, el público reacciona y la ciudad a modo de escenario los acoge creando siempre una mirada nueva y renovada.
Claro, todo esto cuando los poderes fácticos dejan a los artistas desarrollar su trabajo y expresar su Arte. San Sebastián cuenta con tres preciosas playas. COSTAS, dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, no permitió la representación de una función de danza sobre unos náufragos en el marco de dFERIA. No permitió que los ciudadanos se acercaran y disfrutaran del Arte. San Sebastián no puede utilizar sus playas como espacio de creación y Arte. ¡Tomemos las playas!