Un apasionante trabajo teatral
Shakespeare en Roma», ha sido el cuarto espectáculo teatral del 69 Festival representado en el Teatro Romano, una producción del Centro Dramático Gallego (CDG) que tiene la particularidad de contar cuatro obras del bardo inglés -«Coriolano», «Julio Cesar», «Antonio y Cleopatra» y «Tito Andrónico»-, con versiones y direcciones artísticas distintas, en una función de dos horas y media. El espectáculo se estrenó -interpretado en gallego- el 9 de febrero de este año en Santiago de Compostela (en el Salón Nobre de Fonseca). Las cuatro obras, muy reconocidas en el Festival, fueron representadas en otras ediciones anteriores por diferentes compañías. Algunas de las más recientes, como «Antonio y Cleopatra» con interpretaciones por Ana Belén y Luis Homar, o «Tito Andrónico» por José Vicente Moirón, fueron un lujo en el Festival.
De todas esas representaciones ambientadas en Roma, supimos que «Coriolano» relata la vida de un valiente militar romano que es reconocido por su incontenible soberbia. A punto estuvo de destruir la cuna del Imperio Romano, lo que le otorgaba el carácter de héroe y traidor. «Julio César» explora las pasiones humanas en torno al poder absoluto, sometido a la presión de ambiciones y enemigos. La trama recrea la conspiración y homicidio del dictador romano por una nobleza dividida y enfrentada en su búsqueda de cargos públicos. «Antonio y Cleopatra» centra el argumento en la relación tumultuosa entre los dos personajes, representando las culturas antagónicas de Egipto y Roma. Retrata de manera compleja la pasión incontrolable que los domina, revelando tanto sus virtudes como sus defectos, aciertos y errores. Y «Tito Andrónico» analiza temas como el sufrimiento humano, la pasión desenfrenada y la lucha entre el bien y el mal. Retrata una guerra entre familias romanas por el poder, desatada por el general Andrónico, que captura la atmósfera claustrofóbica de sed de venganza y crueldad.
El espectáculo del CDG, con el texto traducido del gallego al castellano por Rosa Moledo, destaca por la talentosa labor dramatúrgica de Volodymyr Snegurchenko (autor ucraniano exiliado en Portugal), Ana María Carreira, Ana Abad de Larriva y Lorena Conde que han logrado condensar y fusionar lo más interesante y cautivador de las cuatro tragedias -enmarcadas en el Imperio Romano- en una única, buscando suscitar una reflexión profunda sobre los abismos de la guerra, la eterna pugna por el poder y la inevitable guadaña de la muerte. Las densas tramas, reducidas sin menoscabar la fidelidad al texto del gran autor inglés, adquieren un vuelo bastante lírico y declamatorio, un lenguaje que se despoja de lo retórico – influenciado tal vez en Shakespeare por dos grandes autores de la época: Kyd y Marlowe- sin renunciar a ese fulgor poético que emana de sus versos.
Cada obra se aborda desde una perspectiva contemporánea al punto, añadiendo algunos diálogos significativos a los textos clásicos. Pero donde mejor se nota la traslación de los textos del autor inglés a la realidad actual es en»Coriolano», con la guerra de Ucrania como telón de fondo, invitándonos a reflexionar sobre la persistencia de los conflictos bélicos -hablando de la escasez de trigo y leche entre otros elementos- utilizando imágenes dinámicas que evocan los estigmas que Europa enfrenta en la actualidad. Y, por otro lado, en»Tito Andrónico», obra caricaturesca e inhumana -pero típica del gusto isabelino- que muestra la mayor cantidad de muertes, donde el conflicto moderno más allá de enfocarse sólo en las oscuras pasiones desenfrenadas de la violencia y la sangre se busca en la exaltación de los vínculos con los hijos.
En la puesta en escena de esta obra, que realmente son cuatro y que cada una tiene su propio timón -de Rui Madeira en «Coriolano», María Barcala y el veterano Júlio Lago en «Julio César», Sara Rey en «Antonio y Cleopatra» y Quico Cadava en «Tito Andrónico-, su espacio, su momento y su montaje, lo más armónico y apasionante es la dirección artística de los ocho actores que interpretan 47 personajes sin desmayar, desbordados en una cautivadora atmósfera de atractivas exposiciones -movimientos, declamación, cambios rápidos de vestuario- que están a la altura debida, manteniendo un notable nivel artístico. Sin embargo, a pesar de estos aciertos, el resultado no alcanza la plenitud extraordinaria. La escenografía y la iluminación, visualmente simples, no logran integrarse completamente en la representación (tal vez por el poco tiempo que han dispuesto para su adaptación al Teatro Romano). Tampoco los sombríos vestuarios de Saturna, ya muy vistos en su afán de modernidad, no alcanzan a elevar la originalidad. Además, se observan algunas reiteraciones ingenuas en la trama, como los baños de Coriolano, que afectan la fluidez de la narrativa.
En la interpretación, las tres actrices y los cinco actores que participan en las cuatro tragedias -Xurxo Cortázar, Sheyla Fariña, Fran Peleteiro, Keka Losada, Marcos Orsi, Rebeca Montero, Santi Romay y Toni Salgado-, aunque algunos comenzaron un poco nerviosos sobreactuando, todos se crecieron a lo largo del espectáculo dando una lección de entrega y profesionalidad de lo que es ese amor por el teatro. En conjunto, entraron por la retina del público y convencieron, consiguiendo un meritorio trabajo artístico, intenso y agotador en sus diferentes desdoblamientos de personajes. Siendo los más sobresalientes Toni Salgado (en sus roles de Coriolano, Bruto y Antonio) y Rebeca Montero (en su papel de la reina Tamara), que actuaron vibrantes de energía corporal y declamatoria en todos sus registros, rozando la excelencia de los grandes actores que les precedieron interpretando esos personajes en el Festival.
Media entrada en la función, que transcurrió con el silencio de una ceremonia religiosa, durante las dos horas y media de duración, y fue bastante aplaudida al final.
José Manuel Villafaina