El Chivato

Un estudio revela la importancia del aspecto físico para las actrices

El teatro es un medio de comunicación que, como cualquier otro, no está exento de contradicciones. De un lado, intenta transformar la cultura y sociedad en la que se inserta, de otro reproduce estereotipos y desigualdades de género. Un estudio presentado el pasado viernes en el Centro Mediterráneo (Almuñécar, en el marco del curso de verano «Antropología Teatral», muestra cómo en la escena los roles sexistas están incluso más presentes que en otros ámbitos. Además, la mayoría de las actrices entrevistadas reconocen que el aspecto condiciona el logro de un papel en una obra. La presión sobre las actrices para que su apariencia física siga los cánones de belleza vigentes es mucho mayor que para los actores. Esto, que en principio podría parecer un tópico, se ha confirmado para la investigadora, actriz y Agente para la Igualdad de la Diputación de Granada Isabel Veiga. Desde que comenzó a elaborar su tesis doctoral, ha llevado a cabo cerca de medio centenar de entrevistas a actores y actrices establecidos en Granada y Madrid. A través de estos encuentros con numerosos compañeros de profesión ha podido comprobar que el teatro puede llegar a ser incluso más sexista que cualquier otro ámbito de la vida. «La esencialización del personaje en las representaciones teatrales para que llegue de forma inequívoca al público lleva incluso a exagerar los estereotipos de género», afirma Isabel Veiga. El resto de conclusiones presentadas en el curso «Antropología teatral», organizado por el Centro Mediterráneo en Almuñécar, son igualmente inequívocas.
Para las actrices es determinante su aspecto físico a la hora de conseguir un papel en una prueba de selección o casting. Ante este hecho, las profesionales del teatro adoptan, según Veiga, tres posturas: la transigencia; el rechazo y búsqueda de un espacio o compañía propia donde desarrollar sus trabajos o, finalmente, el cuestionamiento de esta práctica a partir del propio lenguaje teatral. En este último caso, la mayor parte de las veces se opta por un tratamiento de esta forma de violencia de género indirectamente y en clave de humor.

Obstáculos para las actrices
Las actrices, dramaturgas o directoras de escena encuentran más dificultades que sus compañeros para desarrollar su profesión. El citado estudio señala cómo los primeros obstáculos se plantean en el propio ámbito familiar. «Todavía persiste la idea –apunta Isabel Veiga- de la profesión de actriz asociada a un modo de vida disipado o a cierta promiscuidad. Si se trata de un hombre, evidentemente no se hacen este tipo de consideraciones».
El propio medio teatral puede llegar a ser una fuente de violencia simbólica para actrices y público. Muchos de los desnudos femeninos que aparecen en las obras, critica Veiga, son injustificados, mientras que los desnudos de los hombres siempre están relacionados con el personaje, la trama o la escena. Pese a ello, el arte dramático es un medio lleno de posibilidades. Los profesionales coinciden en señalarlo como un espacio para la denuncia y crítica social, como un lugar privilegiado en el que plantear conflictos y soluciones alternativas. En la Diputación de Granada, por ejemplo, han trabajado con éxito los malos tratos hacia la mujer a través de la actividad escénica. «El teatro es un vehículo terapéutico muy interesante para mujeres maltratadas, porque les permite expresar el dolor y el daño que sufren», concluye Veiga.


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