El Hurgón

Un tema enviciador

A pesar de la aparente variedad que nos ofrecen todos los medios dedicados a estimular la curiosidad de saber, no parece comportarse de la misma forma el deseo de conocimiento, porque hay un tema, cuya insaciabilidad morbosa es evidente, y del cual ciertos renglones del arte como el cine y la literatura se han vuelto obsesivos promotores, porque la literatura y el cine también han decidido formar parte de la gran multinacional del divertimiento, y el tema, cuyo nombre aún no mencionamos gobierna la vida contemporánea con promesas, desde su materialización, de conseguir una vida fácil, en la que solo un gesto valga como una orden, una holgura material infinita y la consumación, hasta el hartazgo, de los deseos lascivos más recónditos del ser humano.

El abordaje de este tema es hecho fundamentalmente por cineastas y escritores, para quienes lo más importante del mismo es su decorado, que deslumbra y pone un reto al deseo, y su efecto emotivo, que es el que prolonga el vicio de verlo e impide todo análisis de consecuencia social que pueda agotar el entusiasmo de la gente por introducirse en él con el ánimo de revitalizar sus sueños de poder.

Hay algo muy característico en la percepción de quienes hacen uso de este tema para sus «creaciones artísticas», porque, de acuerdo con el tratamiento que hacen del mismo, en función de las personas que lo vuelven realidad, tienen la tendencia a concluir que éste se origina en el mundo subdesarrollado y que convierte en víctima al desarrollado.

Una de las cadenas de televisión de Colombia está trasmitiendo una novela o culebrón relacionada con el tema, y vaya uno a saber si también lo estarán haciendo en España y en México, por estar involucrados en la producción, en el primer caso, por la sindicación que pesa sobre este país de ser el mayor productor de la materia prima de la que se suple el tema, el segundo por ser ciudadano de ese país el autor de la novela que ha servido de argumento, y en el tercer caso por ser de allí la protagonista de la misma. Su título es, LA REINA DEL SUR, y aunque el autor no desconoce en su escrito la descomposición que existe en su país, debido al tema, que aún mantenemos en silencio, porque estamos seguros de que la intuición del lector lo llevará a su descubrimiento, sí deja en claro que las estrategias locales se contaminan, y se vuelven quizás más perversas, cuando se forja una unión con practicantes del mismo tema, procedentes de países de América latina como Colombia y México, en donde el tema ha logrado su máximo desarrollo.

La REINA DEL SUR, según nos muestra la televisión (valga la aclaración, porque cuando el texto hace tránsito a la desenvoltura de la televisión, cualquier cosa puede pasar), es un compendio de muchas historias encadenadas, en la que termina prevaleciendo la que protagoniza una mujer de rostro angelical, debido a los múltiples amores que confluyen en su vida, y que la ayudan a moldear su temperamento esquivo, y la preparan anímicamente para conseguir, a través de su trama, generar una guerra interna de poderes y finalmente hacerse con todo para ella.

Está muy claro en el argumento, que aquella mujer de aspecto angelical, por la que se pelean los hombres, no tanto por el placer de cabalgar sobre ella, sino por la compulsión de violador que se despierta en quien mantiene permanente deseos de poder, cuando se halla frente a alguien a quien, por su aspecto se le puede considerar inerme, va despertando a la vida de tal forma que consigue transformar mentes hasta hacer que un deficiente emporio de crimen desorganizado, que manejan unos traficantes de humanos, en un negocio mucho más rentable, cuando le adiciona el ingrediente de las drogas.

Todo parece indicar, según la novela, o según el libreto de televisión, o según ambos, que si esta mujer no hubiese llegado a España, allí todavía estarían las mafias lucrándose sólo con el tradicional tráfico de esclavos.

Ahora han evolucionado.

Bueno, de algo le ha servido América a España en el despertar de su imaginación.


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