Un viaje a los límites del deseo y la amistad
La tierra baldía», de la compañía Drao Skene de Badajoz, es una pieza teatral inquietante, acertadamente escrita por el pacense Rui Díaz (docente, músico y dramaturgo que tiene dos premios teatrales de FATEX: «El jardín botánico» en 2018 y «El salto», en 2020). En este espectáculo, la maternidad, la amistad y el conflicto emocional se entrelazan en la historia de Marta y Lucía, dos mujeres que, al borde de sus propios límites, se enfrentan a un dilema desgarrador. Incapaz de concebir, Marta recurre a su amiga Lucía para una gestación subrogada; sin embargo, con el avance del embarazo, Lucía descubre en su interior un instinto maternal latente que sacude sus emociones y deseos. Así, una relación que parecía sólida se fractura en una batalla de voluntades y sentimientos, donde la amistad y el deseo de ser madre se ponen a prueba en el fuego del conflicto.
La puesta en escena es de Isabel Martín, que elige como escenario un invernadero que evoca, con belleza y sutileza, el ciclo de la vida. La escenografía y el atrezzo de este invernadero están diseñados por Maribel Díaz e iluminado cuidadosamente por Javier Mata. El espacio remite al vientre materno y a la fragilidad de los deseos humanos. Este entorno acoge a las dos protagonistas y refuerza la atmósfera de gestación y tensión que impregna la obra. Sin embargo, la dirección de actores no logra aprovechar del todo el potencial de las actrices -Cristina Fernández Campanón (Marta) y Sol Díaz Chaparro (Lucía)- quienes, si bien transmiten una intensidad orgánica en sus diálogos, resultan menos convincentes en sus movimientos, a menudo reiterativos y mecánicos dentro del invernadero, lo que resta credibilidad y fluidez a la escena.
«La tierra baldía» es una obra que se adentra con valentía en las profundidades del anhelo de maternidad y los sacrificios que este puede demandar, invitando al público a cuestionarse sobre los límites del amor y las transformaciones que impone el deseo en los lazos más cercanos. Aunque el montaje aún necesita de mayor pulido y rodaje, esta pieza interesante abre una herida poética y honda en la que palpita la complejidad del deseo y la efímera pero poderosa conexión humana.
José Manuel Villafaina