Una casa de muñecas/Henrik Ibsen/Ángel Mirou
Planos cruzados
Este ejercicio escénico se plantea como un desmontaje de la obra de Henrik Ibsen. Y lo hace colocando diferentes planos narrativos que se van cruzando y provocando unas intersecciones en donde se debe operar desde la puesta en escena. Es, pues, un experimento, una propuesta abierta que se intenta cerrar para darle un sentido global. Porque el público asiste a un ensayo de ‘Casa de muñecas’, y nos hacen partícipes de esos momentos anodinos, tensos, reiterativos o llenos de aportaciones en los que transcurre un proceso de creación.
Es en este plano metateatral donde quizás resida el enganche más vital con los aficionados al teatro, incluso existe un planteamiento funcional que podría considerarse una hipótesis positivista de cómo la persona se convierte en actor y posteriormente en personaje. Y se hace además aprovechando la coyuntura de que alguno de los actores aparece de manera continuada en una serie televisiva de éxito. Todos los actores con su nombre propio, todos aportando algún dato biográfico curricular real, que simulan la preparación de un ensayo y que interpretan a la postre a los personajes de la obra.
Lo que gana el experimento en frescura, se pierde en un cierta tendencia a la obviedad. Cuando los actores discuten sobre la obra de Ibsen, sobre el tema de fondo de la obra, su traslación a nuestros días, es donde encontramos más fragilidad. Es demasiado didáctico, explica, a su manera, el enfoque ético del montaje, pero se pierde en una confusa estética. Son momentos de un realismo muy cercano, casi casual, sin más pretensión que remarcar las intenciones. Y es en este plano donde surge una discusión entre el equipo creativo un debate que repite, de alguna manera, la tesis de la obra, o al menos la visión de la misma que remarcan nos quieren ofrecer.
Pero es cuando todo se sustancia en el ensayo, es decir, en decir el texto de Ibsen, cuando va de más a menos. Hay momentos bien logrados, pero la escena final, la capital, no acaba de redondearse, de sustanciarse en la altura que requiere. Quizás debamos hacer caso a Ramón Ibarra, es decir a su papel de actor, cuando avisa al director que hará el ensayo al cuarenta por ciento porque anda resfriado. Algo así nos pareció, falta un camino a recorrer para redondear la idea.
La propuesta tiene la bondad de intentar una versión asequible, quizás, demasiado, muy desestructurada dramatúrgicamente, muy simplificada, pero el conjunto del equipo está en un tono de solvencia interpretativa y la dirección se muestra más eficaz en lo anecdótico que en lo profundo y sustancial, logrando en su conjunto un trabajo de interés.
Carlos Gil Zamora
Obra: Una casa de muñecas – Dramaturgia: Ángel Mirou – Intérpretes: Enriqueta Vega, Ramón Ibarra, Josu Camara, Eneritz Artetxe, Na Gomes – Dirección: Pako Revueltas – Producción: Teatro Arriaga – Teatro Arriaga – Bilbao – 08-01-15