Críticas de espectáculos

Una edición decadente de la Muestra

Concluyó la VIII Edición de la Muestra Ibérica de las Artes Escénicas de Cáceres, un evento que mantiene la tradición de la inmutabilidad, cual estatua de la monotonía. Como de costumbre, brilló por su ausencia cualquier intento de reflexión y debate sobre la efectividad del modelo de Muestra Extremeña, tan necesario para una región que se pavonea de ser toda una potencia teatral. ¿Quién necesita introspección cuando se tienen grandes Festivales variados y una infinidad de actividades teatrales que, para qué negarlo, conforman una infraestructura teatral tan envidiable que da gusto… mejorar?

Esta Muestra, que se autoproclama «Ibérica», tiene una visión muy peculiar de lo que significa un acontecimiento teatral de interés regional, según nos ilumina en su presentación la presidenta de la Asociación de Gestores Culturales de Extremadura (AGCEX), Carmen Hernán, los maestros de ceremonias de este… «circo». Dice que es un «escaparate maravilloso y como una oportunidad» para el mundo escénico. Afirmación que a estas alturas de lo visto en las 8 ediciones, suena más a novela de ciencia ficción que a la realidad de un evento que persiste en su papel de pequeña Feria de venta de espectáculos, tan bien organizada como un juego de cartas lanzadas al azar, sin un rastro de diálogo abierto con los artistas profesionales de la región.

Resulta igualmente cómica la afirmación de que esta edición ha experimentado un crecimiento exponencial en el número de propuestas artísticas, llegando a la astronómica cifra de 794, y que de entre tantas se han seleccionado 18 como las mejores compañías para representar sus obras. Esta creencia suena tan convincente como un ilusionista intentando persuadirnos de que ha logrado hacer desaparecer un elefante. Simplemente, porque la selección realizada no logra garantizar que, de entre la abrumadora cantidad de espectáculos, la programación alcance un nivel de calidad del cien por cien. Lo programado parece seguir más la lógica de una lotería, sin un análisis ni criterio discernible, manteniendo así la arraigada tradición de ofrecer un menú teatral más bien insípido en el que se incluye de todo, ya sea bueno, regular o malo, todo ello condimentado con la sospechosa conveniencia de oscuros intereses. ¡Ah, la ilusión de una Feria Teatral comercial que se camufla bajo el título de Muestra «Ibérica»!

Vecines
Vecinos de Samarkanda

Sí, esta edición ha sido magnífica, en el sentido de que ha logrado alcanzar niveles de decadencia insospechados, tanto en su organización como en el nivel de calidad, que podría describir generosamente como «bastante mediano» en general. Sí, en el impecable caos del evento, resulta tan conmovedor como un drama griego observar cómo, una vez más, las creaciones extremeñas son relegadas al rincón oscuro de la ignorancia. De los 18 seleccionados, la mayoría (10 para ser exactos) provienen de compañías forasteras, incluyendo una de Francia, que claramente se ha perdido en el camino hacia una «Muestra Ibérica». En el otro extremo, apenas 8 compañías extremeñas han logrado colarse en el festín. Sí, este exquisito agravio, digno de una ópera bufa, nos lleva a preguntarnos: ¿por qué, en una Muestra con tan selecta participación (cortesía de la Administración extremeña y su generoso apoyo teatral), se invitan más compañías de otras regiones para competir con las locales ante los programadores de la región y del país?

Pero, la trama se complica aún más. Resulta que se tiene la audacia de presentar producciones con solo fragmentos de duración entre 10 y 40 minutos. ¿Cómo podrían, programadores y críticos, sin ver el espectáculo completo, valorar adecuadamente solo con estas píldoras de genialidad? Y aquí nos hemos encontrado, con 6 de estos fragmentos de danza-teatro programados, como si el arte fuera un bocadillo que se sirve en una fiesta teatral. En este intrigante juego de exclusiones y malentendidos, se nos presenta el dilema de espectáculos extremeños de teatro-danza de gran atractivo que, sin embargo, han sido ignorados en la selección. Mencionaré solo dos que conozco: la cautivadora «Ay, Carmela» de la compañía de Manuela Sánchez y la sugerente «Amapolas Negras» de La Almena de Luis Molina.

He señalado como un loro bien entrenado y de manera detallada algunas de estas cuestiones en ediciones previas y, de manera contundente, en la evaluación de la VI Edición. Me refiero al artículo «El abuso de la ilusión y el fraude de la confusión». Ahora bien, es relevante mencionar que al evento han asistido los cargos culturales extremeños recién nombrados: el Secretario General de Cultura, Francisco Palomino, y el Director del Centro de las Artes Escénicas, Antonio Marín. Los he visto, cada día, participando activamente en la Muestra como observadores (la programación de esta VIII edición fue organizada estando los cargos anteriores), mostrando interés por presenciar espectáculos y entablar diálogos cercanos con los artistas participantes. Esto tal vez pueda ser un indicio alentador para un cambio significativo en la Muestra.

Palomino, que ha sido productor teatral, pareció haber comprendido la trascendencia del evento como una apuesta decidida de la Junta por el sector escénico regional. En su presentación expresó su compromiso de transformarlo «en aquello que los programadores, distribuidores, compañías y artistas desean que sea», dijo. Y se ha comprometido a proporcionar un espacio para la reflexión, el pensamiento y el diálogo, con el objetivo de «determinar las aspiraciones y objetivos para futuras ediciones». En fin, veremos… pensando que la cultura no tiene partido político y en un contexto más amplio se erige como un tesoro social, digno de gratitud para aquellos que la saben orquestar con maestría.

Estebanillo Gonzalez
Estebanillo Gonzalez

De las representaciones que presencié hubo disparidades en la calidad. De las forasteras la mejor fue «O CÉU NÂO LHES RESPONDE», de Este Estâcao Teatral de Portugal, promovida por la distribuidora extremeña Marmore/Cesar Arias. De las extremeñas, algunas fueron bien recibidas, otras tuvieron una acogida discreta. Analizo las cuatro más destacadas.
«MAQUIAVELO», de Proyecto Cultura, escrita por el cordobés Chema Cardeña, presenta un monólogo intrigante sobre el ejercicio del poder, basado en el ensayo «El príncipe» de Maquiavelo. Con agudeza, explora la perspectiva de un político actual que, como presidente, revela los misterios del poder con ironía feroz, entre momentos brillantes y sombríos. Bajo la dirección de Pedro L. López Bellot, la dramaturgia se sumerge en las posibilidades expresivas del texto sobre un escenario casi desnudo, confiando en la destreza artística de José Vicente Moirón. Su actuación del político, centrada en un análisis crítico desde la herencia filosófica de Maquiavelo, es un auténtico portento, destacando en escenas rebosantes de vitalidad. Ha resultado el mejor montaje de la Muestra.

«EL POZO DE LOS MIL DEMONIOS», de Karlik Danza-Teatro, escrita por Maribel Carrasco y dirigida por Cristina D. Silveira, es un espectáculo infantil/familiar, que cuenta la travesía fantástica de una niña a la que le han robado su cántaro, un recipiente que refleja el alma y nuestra conexión con la tierra. En el viaje, sorteando obstáculos, ella descubre la responsabilidad de salvarse y rescatarnos de la aridez espiritual. La obra invita a reflexionar sobre el rescate de la identidad cultural y la esencialidad del agua, en un poético recorrido hacia lo olvidado. El montaje logra una arquitectura activa y visual con pantallas transparentes, hábilmente entretejidas por la luminotécnica de David Pérez. El bello montaje se ve elevado por las actuaciones con destreza corporal de Elena Rocha, Mamen Godoy, Iván Luis, Jorge Barrantes y Sergio Barquilla.

«ESTEBANILLO GONZALEZ», de Guirigai Teatro, en versión y dirección de Agustín Iglesias se presenta como una adaptación escénica de la reconocida novela picaresca del siglo XVII, obra cuyo autor real y la naturaleza exacta de su contenido -biografía o ficción- permanecen desconocidos. Iglesias logra con armonía dramatúrgica resumir las travesuras y artimañas del astuto Estebanillo, transportándonos de manera efectiva a la época de la Guerra de los 30 años. Implacable crítica a la corrupción, los poderes y la violencia que orquestan las guerras, tejiendo una trama donde la bufonada danza con la reflexión poética. El montaje y las actuaciones –de Jesús Peñas, Raúl Rodríguez y Rubén Arcas- son competentes, aunque con poca capacidad de evocar la sonrisa, la risa y la carcajada propias de la genuina comedia.

«VECINOS», de Samarkanda Teatro, es un espectáculo de creación colectiva dirigido por Memé Tabares. En la pieza que es cómicamente disparatada se aprecia la intención de divertir desde la observación rigurosa de la realidad de la gente corriente con cierta comprensión irónica de sus comportamientos humanos. La trama sigue a Margarita y Felipe, vecinos desconocidos que se llevan mal. Intrascendente y un poco rancia estéticamente, destaca por la disciplina artística de sus dos actores -Maite Vallecillo y Fermín Núñez-, espléndidos desplegando todo un abanico de recursos expresivos y «tics» que funcionan perfectamente, combinando comicidad y melodrama en una historia de amor con un final feliz. Los personajes, singularmente solitarios y frustrados, añaden atractivo y conmoción a la trama.
José Manuel Villafaina


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