Una pequeña revolución pendiente
Cada lunes os mandamos un boletín donde se colocan los artículos, las críticas, las noticias de la semana anterior y de la que entramos. Es un servicio público que nos da muchas satisfacciones, especialmente porque conectamos con Iberoamérica de una manera directa y fructífera. Es gratuito, solamente hay que apuntarse, “suscribirse”, un acto voluntario simple. Lo hacemos desde hace ochocientas cincuenta y cinco semanas, dieciséis años y medio. Más o menos. A veces nos dan ganas de numerar y datar cada día nuestro periódico digital, pero nos abruma. Estaríamos cerca del número seis mil.
Eso significa que decenas, cerca de cientos de colaboradoras, de compañeros, de redactores propios, de manera desinteresada unos y de manera complementaria otros nos han ido proporcionando el material para seguir dando noticias, avisar de convocatorias, de giras, podemos leer opiniones críticas de gran calado, los columnistas vamos aportando nuestras ideas sobre lo que nos circunda. Cuesta, pero es parte de esta decisión vital de seguir influyendo en la globalidad de las Artes Escénicas, desde la relativa independencia y la más absoluta de las libertades. Aquí (al igual que en ARTEZ) se han escrito opiniones que están totalmente en desacuerdo con nuestra línea editorial, si es que eso existe. Se han publicado críticas y apologías de una misma obra, cuando eso sucedía. No hay ninguna cortapisa para verter las ideas: solamente no hacer propaganda de uno mismo, ni insultar a nadie personalmente, el resto, sobre el trabajo de cada cuál, se puede decir lo que a cada cuál le pase por sus meninges.
Por eso, ahora que empieza la primera tanda de vacaciones, que se abren los festivales de verano, con los clásicos como percha, que escuchamos desde el Ministerio que hay que reformar el INAEM, es bueno recordar que se puede hacer una pequeña revolución, pendiente, dependiente, independiente, y es revisar lo que decíamos de esto hace unos pocos años. Es que cíclicamente cae de mis papeles un discurso de José María Aznar, pronunciado en el año 1995, titulado “Un compromiso con el teatro”, que servía para presentar dos libros sobre el asunto editados por FAES, ese lugar que produce el pensamiento básico del PP y donde tantos reconocidos oportunistas han pasado para ver si le caían migajas. A algunos más que migajas le cayeron. Y le siguen cayendo.
Esto de ser escorpión tiene estas servidumbres, cegarse y matar a la rana que te atraviesa el río. Propongo repasar revistas especializadas, planes perdidos, argumentaciones fundacionales de redes, circuitos, instituciones. Y ver qué se decía y qué se hace hoy. Han pasado muchos años, muchas cosas, han ido tomando las riendas otras generaciones, pero ¿es malo revisar el fundamento teórico, ideológico, de lo que se hace? Soy un pesado. Soy muy pesado. Pesadísimo, pero os juro que veo tanta falta de consistencia en la práctica, que me asusto. Se hacen cosas porque se deben hacer, porque se hacían antes, porque es lo que algunos han decidido que se haga, pero eso no lleva a otra cosa que a una frustración colectiva porque nadie sabe las razones que le llevan a tomar ciertas decisiones.
La revolución pendiente sería leer (o releer o repasar) un poco más, comparar los modelos de gestión, de estructuras, de incardinación de la educación con el arte, etcétera, etcétera, etcétera. Todos estos sabios y sabias gestoras y programadores, podrían leer literatura comparada de gestión. Organizar cursillos, no para vaciar salas, ni para hacer amigos en Almagro, sino para entender que son una parte, aparentemente muy importante, pero la más dependiente, la que menos libertad tiene sino se la ganan y utilizan algo más que las amistades y los compromisos tomados en las terrazas. Las Artes Escénicas, es un bien común. Es un derecho, por lo de Cultural. Y si se piensa un poco, se mira a cada pueblo, cada barrio de cada ciudad, se administra mejor la información, a lo mejor, a lo mejor, consolidamos un proyecto de futuro.
Reforma o ruptura, ¿recordáis? No, no lo recordáis, ya lo sé. Reformar el INAEM o cambiar el paradigma y las funciones de un órgano de coordinación y dinamización de las Artes Escénicas, de acuerdo con el mundo actual, con Europa como referente y con la ciudadanía como objetivo. No con los tickets vendidos, anónimamente.
Bueno, felices vacaciones a quienes las tengan. Buenos festivales a quienes los organicen y a quienes actúen en ellos. Y a quienes los vean con ojos ingenuos. La vida es bella. El Teatro lo puede ser. Y el futuro si se lo arrancamos a los mercaderes de la culturilla de calderilla, será mucho mejor.