Universos bizarros
Para sentirnos bien solemos necesitar tanto de la rutina como de la homologación dentro de estilos de vida normativos. Sentirse «normal» e integrado dentro de los cánones comunitarios nos aporta una cierta estabilidad que, a veces, nuestros impulsos hace saltar por los aires.
Una buena parte de la dramaturgia universal sitúa la lente de aumento del teatro sobre esas grietas que resquebrajan la buena figura de la «normalidad». Las tendencias, comportamientos e impulsos humanos que alteran el orden establecido y trastocan roles y encasillamientos.
Pero no nos equivoquemos, ésta solo es una buena parte de la dramaturgia. Del mismo modo, existe un amplísimo corpus dramatúrgico empeñado en afirmar y mantener, desde una ideología conservadora, explícita o encubierta, el estatus quo de una sociedad «políticamente correcta», en la que cada individuo ocupa el lugar que le corresponde según sus aptitudes, género, edad, procedencia, etc. Velahí dramaturgias que perpetúan el valor de la juventud física y la belleza canónica, el etnocentrismo y otros modos de clasismo, la superioridad del hombre frente a la mujer, como héroe protector y sabio, la centralidad del heterosexismo… y un largo etcétera de valores y patrones comportamentales.
En los márgenes de esa sociedad retratada en las postales estilizadas de Walt Disney y sus derivados, más allá del puro «entertainment», la oscuridad de los teatros puede deslumbrarnos ofreciéndonos el envés de la «normalidad». Se me ocurren, de pronto, nombres y obras de impacto, como toda la dramaturgia de Sarah Kane, Bernard-Marie Koltès o Jean-Luc Lagarce. Todas concebidas desde la herida abierta.
Un teatro que se atreve a mostrar la herida, porque en la comunión ceremonial que puede propiciar el escenario quizás radique la cura o, si no, un paliativo. Y no me refiero, en este caso, al teatro como terapia explícita o como vómito egocéntrico para la liberación de la neurosis de quien lo perpetra, sino al teatro como sublimación poética de las miserias y aflicciones humanas a través de esa otra belleza anti normativa.
Los primeros signos de ese teatro bizarro resultan chocantes porque no se recrean en estéticas aceptadas y de fácil digestión. Las imágenes que surgen de esas dramaturgias se alejan de la congratulación y de la complacencia. Su sabor es amargo, ácido. Su substancia, corrosiva, cáustica, abrasiva. Su luz, hiriente, deslumbrante. Su fisonomía roza lo monstruoso, quizás lo abominable. Sus facciones nos seducen a la vez que nos desasosiegan y nos mantienen in albis… Su humor es negro. Pero, pese a todo, nos produce fascinación y placer, incluso, reconocimiento.
Entre estas flores raras se encuentra la dramaturgia de la lucense ANA CARREIRA VARELA, de quien pudimos ver, recientemente, su comedia negra CANDO DOUS SON MULTITUDE, estrenada por la joven compañía Vía Seis, en la Sala Ingrávida de O Porriño (Pontevedra), el 2 de octubre de 2015.
Ana Carreira es narradora oral y ha acabado sus estudios de Dirección escénica y dramaturgia en la ESAD de Galicia, el curso pasado, con una «ópera prima» que nos abría, por primera vez, su universo bizarro y peculiar, bajo el título UN INTRE ANTES DO SOLPOR. Este texto, aún no estrenado, alcanzó el premio Varela Buxán 2015. (Puede consultarse, al respecto, el artículo titulado «Texturas, textos y dramaturgias», publicado en esta misma sección de Artezblai el 28 de junio de 2014).
En UN INTRE ANTES DO SOLPOR asistimos al ocaso de una pareja anciana, entramos en una residencia de la tercera edad y temblamos de emoción y nos reímos con esa relación amorosa cuando los cuerpos ya no responden a los impulsos que los animan.
En CANDO DOUS SON MULTITUDE subimos a la buhardilla donde una mujer espera al taxidermista para disecar a su marido. Una comedia bizarra, medio macabra y medio morbosa, sobre la venganza. Un ajuste de cuentas en el que la liberación de la mujer y el taxidermista pasa por el reconocimiento de un pasado en común, cuando eran compañeros en el instituto y los dos, de distinta manera, sufrieron el «bulling» por parte del marido difunto, el malote atractivo y ligón del insti, el súpermacho que se crece burlándose del gordito y perdonándole la vida a la chica que se derrite por sus huesos.
Tania, la mujer, y Iago, el taxidermista, fueron, de distinta manera, víctimas de su sumisión a Alberte, el maltratador.
Detrás de cada personaje late una historia que el presente dramático hace supurar en una ceremonia de expiación y resarcimiento, semejante a la de Claire y Solange en Las criadas de Jean Genet.
Esa buhardilla envuelta en plástico para no manchar al practicar la taxidermia al cadáver, es un espacio cerrado en el que se abren las heridas y chorrean. Una «pulp fiction», donde la «sang i fetge» están en el aire, como en la canción «Love is in the air». Lo gore y lo escatológico corren por las venas de una especie de subtexto negro. Dos seres, aparentemente «normales», ingresan en el submundo de la venganza en busca de una redención.
Las tres unidades neoclásicas de espacio, tiempo y acción le dan una apariencia dramática en superficie, pero en el fondo, Ana Carreira, al igual que en su primer texto, vuelve a lo que Jean-Pierre Sarrazac denomina «drama de la vida», ya que las alusiones referenciales abren la acción presente, de este encuentro de dos viejos colegas de instituto, a momentos en los que se resume y aglutina toda una historia de vida. El presente de CANDO DOUS SON MULTITUDE es una grieta por la que se cuela la multitud de personajes que cada uno de ellos fue en el pasado.
Todos somos un compendio de personajes y, por lo general, cuando un personaje muda su piel es cuando tropieza, cuando recibe una herida y la crisis propicia el giro, el cambio.
Vía Seis es una joven compañía de actrices y actores, integrada por alumnado egresado de la ESAD de Galicia, que cometen el laudable atrevimiento de encargar textos nuevos en gallego. Para la inauguración de la compañía le encargaron a José Prieto la comedia metateatral «Amor en 3D», interpretada por Susana Álvarez Costa, Celia González y Daniela Rodas. Su segundo espectáculo es esta comedia negra y bizarra sobre la venganza, titulada CANDO DOUS SON MULTITUDE, de Ana Carreira, interpretada por Celia González y Aarón Gallego.
El título «CANDO DOUS SON MULTITUDE», además del tono de comedia enuncia una de las principales bazas dramatúrgicas con las que juega la obra: el ejercicio de transformismo de Iago, el taxidermista, que viene acompañado de sus amigos invisibles que le ayudan a sobrellevar la existencia. Pero, además, como apunté, también alude implícitamente a la multitud de personas por las que una persona tiene que ir pasando para ser quien es. Somos todo el repertorio de seres que fuimos y sufrimos (y gozamos). Pero aquí la comedia, aunque renuncie a las complacencias del entretenimiento fácil, no renuncia a la risa derivada del humor y la ironía cuando extiende su bizarría, su rareza, su monstruosidad a todo el mundo, en una ampliación de lo individual y de lo local a lo universal. Los abscesos de locura de Tania y Iago son tratados desde lo común, como algo «normal», descentrando y desencajando los compartimentos de lo que es «normal», lo que es «subnormal», lo que es «paranormal»… diluyendo fronteras. CANDO DOUS SON MULTITUDE ensancha el universo bizarro hacia una especie de «surrealismo» que siempre se mantiene en la cuerda floja de lo posible, de lo plausible.
La dirección escénica de la propia autora del texto dramático confirma esa vocación de un realismo ampliado hacia nuevos horizontes, y la actuación de Celia y Aarón despliegan una fiesta de tanteos, chantajes, reproches, reconocimientos y complicidades que resolverán en la liberación.
Cuando lo normal se vuelve prisión, lo bizarro y lo raro son la liberación.
Afonso Becerra de Becerreá.