Valoración
Ahora que estamos en los últimos días del 2021, imagino que todos nos ponemos reflexivos y entramos en un ejercicio valorativo en el que recapacitamos sobre lo aprendido, lo logrado y lo que se puede mejorar. También subrayamos en nuestras notas mentales lo que debe cambiar, lo que debe mantenerse, lo que podría comenzarse. La idea de un nuevo año nos permite renovar la agenda, la energía, la actitud. Nos permite volver a diseñar la perspectiva con la que experimentaremos el nuevo ciclo. Aunque quedaría pendiente constatar el próximo año, hasta que punto todo fue un espejismo. Porque la distancia entre la intención y el hecho es enorme. Porque salir de las tendencias, de los patrones implica coraje.
El fin de año es el instante favorito para hacer una autoevaluación. Y esto lo digo con una sonrisa irónica, porque los profesores, los artistas y los investigadores no somos los únicos que evaluamos, usted también.
Sí, los maestros practicamos dicho ejercicio con más frecuencia, y profesores y estudiantes estamos más sensibilizados, más conscientes de que la vida requiere momentos de valoración. Sí, los artistas y los investigadores también ejercitamos el discernimiento, el trabajo creativo lo exige y el investigativo ni se diga, porque nos toca reconocer características, cualidades. Pero, descaradamente, aunque no por eso con menos razón, me atreveré a decir que la evaluación es en realidad una cualidad de la naturaleza humana, incluso es un rasgo de inteligencia.
La celebración del fin de año, que muchas veces he sentido como una imposición y por lo tanto una obligación cultural, nos invita a esa cavilación. Así que quizás, tiene algo interesante ya que nos lleva, sutilmente, hacia una meditación de carácter individual. Si es más o menos honesta dependerá de usted y de su capacidad de conducirse. Los que ya se estrellaron, a ver cómo se levantan. ¿Yo? Estoy en ello.
Domingo 26 de diciembre de 2021