En cartel

‘Viacrucis de un CEO’, en la sala Tribueñe de Madrid

Es la primera obra como director de Enrique Bustos, actor miembro de la compañía La Zaranda

El actor Enrique Bustos, miembro de la mítica compañía La Zaranda, presentará su ópera prima como director, ‘Viacrucis de un CEO’ de Iñaki Oscoz en la madrileña sala Tribueñe los próximos 22, 23, 29 y 30 de octubre. La obra cuenta con la interpretación de Ignacio Durán, Juan Carlos del Pozo, Manzano, Paz Aguilar, Marta Ibáñez Cruz, Susana Ruiz y Eva Losada, todos ellos miembros del grupo Teatro de la Caverna, que surge a partir de la puesta en marcha de este proyecto pero que tiene su germen en anteriores talleres de interpretación impartidos por Enrique Bustos en diversos espacios de Madrid.

A diferencia de las ocasiones anteriores, ‘Viacrucis de un CEO’ no parte de un taller de investigación teatral, sino que los intérpretes trabajan desde un material muy concreto: escenas que el autor va escribiendo bajo la supervisión del director y partiendo de un lenguaje teatral particular. Es, por tanto, un proyecto «producto de una investigación creativa previa prolongada en el tiempo, de generación espontánea y autogestionado (sin ayuda de ninguna entidad)».

La compañía define la obra como «un desfile de siluetas que se hacen preguntas buscando emerger de la negrura para encontrar la luz en el misterio: la conexión entre escenario y platea, de sombras a sombras, de almas a almas, para encontrar respuestas o, al menos, otras preguntas«. Es, añaden, «el viaje – hacia arriba y hacia abajo, hacia dentro y hacia fuera – de un joven caballero andante laboral. Un sueño, siempre un sueño calentando el pecho«. Así, cuentan «la penuria y la gloria cotidianas, el reto de seguir luchando siempre, el sinsentido. Nóminas, ascensos, competencia sin cuartel y barro. De fondo, siempre el vértigo del desfondamiento vital«.

El proceso pretende descubrir y profundizar en el lenguaje de sombras y máscaras, permitiendo acercarse a los intérpretes al concepto de actor supermarioneta y afinar en la calidad de movimientos y voz exactas que requiere esta amalgama de lenguajes, que unidos forman una nueva estética y realidad escénica. Para ello, los actores lidian constantemente con unas máscaras de madera con labios salientes que impiden la visión completa y que les obliga a encontrar una nueva escucha escénica con el otro, basada más que en una acción “naturalista”, en una reacción desde la oscuridad.


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