Violenta imaginación
¡Manos arriba, esto es un asalto!
¿Cómo tanta ingenuidad?
En un pasado cercano blanco y negro pudo haber sido la amenaza de unos bandidos cubriéndose la cara con un pañuelo, tomando por asalto una diligencia o subiéndose al caballo de hierro para apoderarse de la prima destinada a pagar a los vaqueros de un rancho pero hoy en día no hay tiempo que perder, por lo que se dispara primero y después se plantean las exigencias.
Violencia extrema y velocidad desmedida. Todo es para ayer y la forma de obtenerlo suele estar asociada a un grado de violencia nunca antes visto.
La violencia siempre ha estado presente en el actuar humano, aunque antes, por pertenecer al lado obscuro de la fuerza, se ocultaba o simplemente se ignoraba.
Hoy parece no caber más debajo de la alfombra y no pasan un par de horas sin que nos enteremos de algún hecho violento a la vuelta de la esquina que por lo demás, ya ni siquiera nos inquieta.
El género Gore que antes explotaba lo prohibido para mostrar violencia explícita extrema, ya parece cuento para niños y ha tenido que apropiarse de la realidad para seguir en su línea temática.
Los antiguos juegos de vídeo como el Pack Man en que una esfera tonta con boca era perseguida por ingenuos fantasmas de los cuales se debía huir con un sonido monótono de fondo para no ser comido, han sido reemplazados por juegos en primera persona en que ya no basta con matar al enemigo, sino que se lo debe descuartizar sacándole los intestinos por la boca, cortar en trocitos con una motosierra, alimentar a un monstruo mutante con ellos y todo acompañado por una música triunfal polifónica con efecto envolvente.
¿Cómo tanta violencia?
Si alguien ve violencia en las tiras cómicas desde pequeño, no tenemos por qué extrañarnos de que de adulto sea parte de su cultura, parte de su normalidad.
Toma y Jerry junto con el Coyote y el Corre caminos, están internados en un asilo de ancianos donde los instalan frente a un televisor que muestra como los Transformers se quieren apoderar de la tierra usando armas de sofisticada destrucción masiva para ser un éxito de concurrencia a las salas de cine donde se exhibirá su próxima película.
Y mientras eso sucede, las cintas de argumentos reflexivos sobre el existencialismo humano y su verdadera problemática duran solo días exhibidos en salas sin público.
«Pan y circo»
El pan cuesta muchísimo llevárselo a la boca y el circo lo tenemos asegurado.
Pero nadie recuerda que la decadencia del imperio Romano estuvo fuertemente dada por su ya ruinoso Circo Romano donde el Cesar organizaba espectáculos de sangre para mantener distraído a sus ciudadanos aunque no todos fuesen considerados realmente ciudadanos.
Pulgar hacia arriba o hacia abajo era su prerrogativa y hoy el pulgar de esa mano negra de la cual todos hablamos sin poder identificarla a cabalidad, está de manera perpetua apuntando hacia abajo para matar todo intento de reflexión humana.
Perdón, dije matar cuando el termino contemporáneo debiera ser aniquilar.
Para ser inhumano primero se debe haber sido humano alguna vez, por lo que en alguna etapa de nuestras vidas estamos siendo víctimas de ese cambio que nadie querría pero del cual no nos podemos librar. Todo, todo nuestro entorno está adaptado para modificar la conducta y el sentir humano en pos de una individualización que se transforme en consumo.
Consumamos menos Nike, Coca cola y Nestle.
Consumamos más humanidad, cultura, y sentimientos.
Alguna vez fuimos inocentes humanos pervertidos por un sistema que nos llevó a deshumanizarnos pero nunca será demasiado tarde como para mirar atrás e intentar volver a ser lo que fuimos de niños antes de los Pokemones y los Bey Blade, para disfrutar con la ingenuidad del Pato Donald y Mickey Mouse que aunque tenían familias disfuncionales y eran un producto más del mercado, no nos metían con tanto ahínco en la violencia como forma de vida.
¡Cuac!