Estrenos

‘Viriato Rey’ en los Festivales de Mérida y Castillo de Niebla

El estreno de Viriato Rey, espectáculo coproducido por el Festival de Teatro Clásico de Mérida y Al Suroeste Teatro, dará fin a dos de las más importantes citas estivales como son el certamen emeritense donde se presentará del 10 al 15 de agosto y el Festival de Teatro y Danza de Castillo de Niebla en Huelva el día 26. Será un broche de oro, no es para menos, ya que se trata de un montaje transfronterizo, con un equipo artístico en el que se han hermanado numerosos profesionales del teatro estatal –principalmente extremeño– y portugués, con cuarenta personas en escena, partiendo de un texto escrito por João Osório de Castro, la escenografía del director del Teatro Nacional de Lisboa José Manuel Castanheira y con escenificación de uno de los más prestigiosos directores de Portugal, João Mota. En definitiva, un proyecto que nace en la frontera para dar cuerpo desde una visión contemporánea a una historia que sucedió en esas mismas tierras –la Lusitania a la que pertenecieron extremeños y portugueses– hace más de dos mil años.
Viriato está vivo
Viriato Rey es una tragedia épica en torno a la vida del héroe, el mito, de un pastor rebelde que se levantó en armas contra la invasión de Lusitania por parte de los romanos, un guerrillero defensor de la libertad que trató de llegar a un acuerdo de paz con los romanos y que murió asesinado a cambio de dinero a manos de sus propios emisarios, aquellos que al querer cobrar su infamia recibieron como respuesta la célebre “Roma no paga a traidores”.
Es la historia de un gobernante que, en palabras del director del montaje, “sostiene que es necesario ser independiente, ser libre, de una persona que dice una frase que me parece que condensa buena parte de su ideología: ‘Los ojos malditos de la guerra me están mirando’. Él no está a favor de la lucha armada, pero siente que la tiene que hacer”. El propio João Mota lo sabe de primera mano. Combatió en Angola. “Aprendí mucho en la guerra. Las personas que son ingenuas tienen que matar para no morir y desde ese momento se transforman. Por eso estoy en contra de todas las guerras y de quienes las alientan para lucrarse”.
Pasar el testigo
Y así, mientras que algunos elementos de la puesta en escena, como el vestuario, nos retrotraen a la época, Mota ha querido dotar al montaje de un planteamiento actual ya que se muestra contrario a hacer “piezas de museo” y además considera que “Viriato está vivo” y tiene que existir en todos nosotros. De hecho, para él, Viriato no nace héroe. Es una persona normal, al igual que lo son quienes le traicionan e incluso los que oprimen a su pueblo. “Yo creo en la utopía y continúo luchando por ello. En la carrera de relevos que es la vida tenemos que ir pasando el testigo de lo mejor y los padres tienen que dar ejemplo a los hijos. Ésa ha de ser la lucha cotidiana, no la de las armas. El problema es que nos olvidamos de eso. Si cada uno lo hace, yo creo en el cambio. Si no, sólo queda la lucha armada”.
Otro detalle a tener en cuenta para el director es la atención que se presta en la obra a la presencia femenina, hablando de la madre, de la hija, de la esposa, “de las mujeres que siempre que se habla de guerra son ninguneadas cuando cumplen un papel vital, de dar nuevos hombres para que la lucha por la libertad pueda continuar, que es de lo que habla la obra. Y la libertad es una, total. Claro que hay una inocencia, una ingenuidad en esto, pero es necesaria la confianza. A pesar de que los otros, los políticos, son profesionales de la guerra, Viriato no puede pensar que le van a traicionar”.
Opresión, guerra, traición y muerte son algunos de los temas que trata Viriato Rey. No obstante, el humor está presente a lo largo de la obra, porque según el director, toda tragedia ha de tenerlo. “En este caso recae sobre los romanos. Hay una sátira muy bien escrita que Roberto Quintana hace muy bien. De hecho, no sólo en el montaje, sino también en el equipo hemos logrado ese sentido del humor que es muy importante para que salga adelante un trabajo de estas dimensiones. Lo más importante en teatro es crear una gramática propia, un lenguaje, una musicalidad”. Y Mota sostiene que eso se hace formando un grupo, una familia, cosa que han conseguido en estas semanas, gracias en parte, al hecho de contar con parte de su equipo de trabajo habitual lo que le da una continuidad que considera imprescindible, así como el trabajo constante de técnica actoral, algo que echa en falta en la profesión. “La técnica es la misma para todos, sea portugués, argentino o castellano. Es importante la autenticidad, el talento, pero una mirada, un cuerpo, la voz, la energía no se consiguen sin trabajo constante, sin concentración”, sentencia.
El maestro Mota. João Mota nació en Tomar (Portugal) en 1942 y con tan sólo 15 años comenzó su carrera teatral. Ha trabajado con numerosos directores como José Tamayo, Cayetano Luca de Tena o Peter Brook, de quien aprendió que lo más importante es el grupo. El suyo, fundado en 1972, es Comuna-Teatro de Pesquisa para el que ha dirigido más de setenta producciones, entre ellas, la premiada A viagem o Príncipe Bão, que estuvo nueve años en cartel. Entre los innumerables reconocimientos que ha recibido en su dilatada trayectoria se encuentran la Medalla de la Orden del Infante Don Enrique o la presentación del libro João Mota, el pedagogo teatral. Metodología y creación el Día Mundial del Teatro de este año en el Museo Nacional del Teatro de Lisboa.
Perteneciente a la generación que logró darle presencia mundial a la dramaturgia portuguesa contemporánea, sus trabajos siempre indagan en asuntos donde el Poder está representado por personas que intentan dominar de manera autoritaria a otras personas, y siempre utilizando lenguajes escénicos que huyen de cualquier conservadurismo. Su larga trayectoria está marcada por la coherencia y marca el currículo de un luchador que ha hecho del compromiso su manera de ser artista.


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