Vuelta y vuelta
Salen humo por las chimeneas de todos los parvularios, colegios e institutos. La vuelta al cole. La vuelta de la vuelta. La vuelta a ponerse objetivos que no cumpliremos, el inicio de un año que no tiene ninguna certidumbre por allá por donde lo queramos mirar pero que van transcurriendo los días y ya estamos llegando tarde a muchas convocatorias. La cartelera se va renovando en los grandes centros de producción, en las capitales de provincias irán llegando los éxitos de la temporada anterior, se van acomodando presupuestos, se inicia el periplo de ferias y festivales, es decir todo se mantiene exactamente igual que casi siempre.
Y algunos pensamos que esta aparente normalidad es precisamente el síntoma de que esto no hay manera de cambiarlo, de que se sigue haciendo la programación de mercado de ofertas, que no se crean vínculos ni estructuras sólidas para la consolidación de públicos y la búsqueda de nuevos nichos de amantes de las artes escénicas que deben ser el sustento de toda programación y/o acción de gobierno. Es un sistema que muchos empiezan a considerar que falla o que tiene fallos, otros, como este que suscribe, cree que está acabado y es obsoleto y se debe pensar uno con perspectiva de encaje en los retos sociales, culturales y económicos de las próximas décadas, no con urgencias y subsidios inmediatos, y otros que les da lo mismo, porque llevan años chupando del bote, les va especialmente bien y no se enteran de casi nada lo que no sea la taquilla, sus negocios y sus silloncitos de alambre tensado.
Por lo tanto vamos a ir merodeando los restos del sistema, ojo avizor por si hay alguna posibilidad de cambio que, desgraciadamente, los equipos de gobierno municipal de Madrid y Barcelona han demostrado su incapacidad para hacer algo con fundamento y novedoso y contando los días con sus noches, cada cual en su olivo con tal de que no cunda la desesperación ni el tedio. Es decir el compromiso de cada uno de nosotros debe ser hacer lo mejor que pueda sus labores e intentar observar el mundo alrededor, admirar a quien creamos se lo merece y señalar a los que son meros copistas aunque sean bendecidos por la neo-claque actual de blogueros y espontáneos. O los de siempre, que es más lamentable.
Es decir, hay que hacerse el propósito de que hay que mejorar en los conocimientos que analizar con más rigor. Tantos los hechos creativos, como los productivos e institucionales. Formarse, acumular argumentos, razones, comparar experiencias, aprender, conocer y desde ahí opinar con toda la sabiduría que el tiempo, las neuronas y la capacidad de cada uno pueda instrumentar. Esa es la vuelta y vuelta que quisiera darle a mi carne enamorada, ensangrentada de emociones y asaetada de contradicciones, deseos y realidades, con muchas ganas de seguir amando a las artes escénicas y a sus creadores, pero sabiendo que es un lugar donde puede existir mucha impostura.
Voy a publicar a partir de ahora en este periódico digital críticas de las docenas de obras, espectáculos, experiencias que veo en las salas más pequeñas de Madrid y el resto del mundo. Es una acto voluntario de compromiso con esos lugares, esas ilusiones que apenas tienen presencia en los medios. Hace muchos meses que no cuelgo ninguna de las críticas que sí publico esporádicamente en el periódico GARA. Me han dicho que obras son amores y no buenas razones. Que menos palabrería y más hechos. Empiezo por ahí. Ahora vuelvo a mi lugar, soy realmente un exexcrítico.
Sin más, buen año. ¡Y buen teatro!