WIT. T. Maravillas. Autor: Margaret Edson. Traducción: Juan Vicente Martínez Luciano. Dirección: Lluis Pasqual. Intérpretes: Rosa María Sardà, Miguel Palenzuela, Dora Santacreu, Mercè Pons y Javier Albalá. EL ÚLTIMO PASEO POR LA VIDA. La inteligencia no es suficiente para enfrentarse a la muerte… Supongo que nada es suficiente… O todo, basta estar vivo para ello. Pero cuando nos toca cruzar la puerta de esa habitación de plástico, en la que todo transcurre como en una nebulosa transparente, cuando esa palabra viaja de un universo ajeno y desconocido a nuestro universo, y se convierte en el eje en torno al cual giran nuestros días, nuestros sueños, nuestros proyectos, nuestro futuro… Todo se detiene. Ese universo se apaga, se destruye, desaparece y se nos lleva… Como si nunca hubiésemos existido, como si nada hubiéramos aprendido en nuestro paso por la vida. Hay que ser muy inteligente, mucho, para coger de la mano esa palabra y lo que significa, y continuar andando y reírse con ella, y hablarle de tú y ser su amiga, y contemplar a su lado, la emoción de un nuevo día y escribir con su caligrafía los sueños permitidos y los que nunca podrán ser soñados y aceptar con alegría que sólo vamos a saber cómo estamos hoy… Y, realmente, es lo que sabemos todos… Aunque no nos paremos a pensarlo a menudo ¿verdad? Vivian Bearing (Rosa María Sardà) tendrá un tiempo escaso para reaprender a vivir con el cáncer. La enfermedad saldrá a su encuentro en la llamada Fase Cuatro… No hay Fase Cinco. No le pedirá permiso para entrar, no le dará la oportunidad de reorganizar su esquema vital. El público será la única compañía de esta mujer que, en pocos meses, verá reducida a la nada toda su seguridad intelectual; descubrirá que, en ocasiones, el afecto es más cálido que el angustioso existencialismo del gran poeta británico, John Donne; que la simplicidad de una sonrisa te puede Dar infinitamente más que cualquier reconocimiento académico; que un abrazo te puede salvar la vida y que las páginas de un cuento infantil pueden encerrar un tesoro incalculable. La prestigiosa profesora de literatura, pedirá una dosis completa de verdad; sin retóricas, sin autoengaños… Sabiendo que, a partir de ese diagnóstico, ella será un conejillo de indias en manos de los médicos, hasta engrosar una lista de datos, ayudando así a la ciencia… Todo muy razonable… Mientras no eres tú y es tu nombre el que está en esa lista. Esto es lo que nos plantea “Wit”. Una pequeña historia, sencilla, sin recovecos extraños. Teatro puro y en contacto con el público. Un enorme personaje; rico, con infinidad de matices, con innumerables tonalidades y con el magnetismo suficiente para llevar al espectador de la mano, a través de ese hospital que es la puesta en escena de esta genial obra de teatro; a través de las múltiples entradas y salidas; a través de los complicados tecnicismos médicos, a través de la ironía… Y a través de la muerte… Pasando por la pregunta diaria: “¿Qué tal estamos hoy?”. Hasta entregarnos el alma, en un final conmovedor. Rosa María Sardà consigue conducirnos a través de esos últimos meses y lo hace con una maestría absoluta, con una facilidad extraordinaria, con una fuerza y un dominio incontestables. Lluis Pasqual ha realizado una labor muy medida, muy calculada; los personajes que se cruzan en ese hospital, que entran, salen, hablan, escuchan, no escuchan, interactúan e ignoran a la enferma, se mueven con la veracidad propia de quien domina lo que hace y sabe bien cómo ha de hacerlo, porque todo, los distintos planos que se conjugan en ese escenario, está milimétricamente encuadrado en una puesta en escena sobresaliente. Teatro del mejor, es lo que nos ofrece el remodelado Maravillas… Recomendable al 200%; aunque si van a reservar sus localidades, no se les ocurra adquirirlas a partir de la séptima fila… Verán muy poquito, casi nada… Se lo dice alguien que estuvo los noventa minutos de la función de pie… Y con fortuna… Nadie había detrás. De cualquier manera, “La Sardà” se merece eso y más.