Estrenos

Xavier Albertí versiona ‘El príncipe constante’ de Calderón de la Barca

El Teatro de la Comedia de Madrid acoge del 17 de febrero al 10 de abril el estreno de ‘El príncipe constante’ de Calderón de la Barca, nuevo montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que se presenta con versión y dirección de Xavier Albertí. Catorce intérpretes y cuatro músicos participan en este espectáculo producido por la CNTC en colaboración con el Teatro Arriaga de Bilbao, Teatro Principal Antzokia de Vitoria-Gasteiz y Teatro Soho CaixaBank de Málaga.

 

La obra, según Xavier Albertí 

 

Son tantos, tan fascinantes, tan heterogéneos, tan fundacionales, los elementos que construyen la constelación de ideas filosóficas, teológicas o ideológicas de ‘El príncipe constante’ que no me sorprende la admiración que esta obra mayor -yo diría enorme- de Calderón ha provocado en la tradición cultural europea a lo largo de los casi cuatrocientos años transcurridos desde que fuera estrenada en 1629.

Ha sido evocada en épocas donde se han producido grandes tensiones entre razón de estado y libertad individual, porque ella abre radicales ventanas a esas tensiones.

Ha sido citada para cuestionar el inicio de la colonización cultural europea sobre África y como esa colonización se proyecta sobre todas las colonizaciones y sobre la construcción cultural, política y económica del eurocentrismo. Construcción que no cesa de arder en nuestras manos.

Ha permitido analizar cómo por arte de la magia escénica, la lucha entre islam y cristianismo se transformaba en la lucha entre cristianismo primitivo y catolicismo contrarreformista; porque en ella late la tensión entre una iglesia de piedra y reliquias, y una iglesia de caminos de búsqueda de la felicidad última de la experiencia vital humana.

Ha sido representada como perfecta partitura para encontrar el camino hacia el actor santo y el teatro pobre, porque el compromiso de este texto con el teatro barroco es enormemente liberador de sus costuras métricas o formales, permitiendo unos viajes actorales de unas dimensiones pocas veces alcanzadas en el teatro de su tiempo.

Ha convertido a sus espectadores en receptores de infinitos ecos, donde se reconocen a Platón, a Góngora, a Virgilio, a San Agustín, a los estoicos, a Erasmo, a Caravaggio, a Velázquez, a San Francisco de Asís, a Pasolini…

Los tiempos que vivimos nos han obligado a hacer un viaje interior no siempre fácil. Calderón escribió su Príncipe constante para estos tiempos y para nosotros.


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