Negro & negro

Y va pasando el año

Y va pasando este 2014, va llegando a su final. Queda un mes y ya estamos tomando las uvas. Porque casi nada cambia, y las uvas tampoco. La crisis lleva azotando durante unos años, años que se hacen interminables. Se pensaba en su momento, que hacia el 2014 se empezaría a ver la luz. Después el final del túnel sería en 2015. Ahora, en puertas del 2015 la recuperación es tan tímida y difusa que deja al personal con una baja intensidad. Mientras, pocas cosas han cambiado. Y sobre todo, no se han cambiado ni mentalidades, ni esquemas mentales, ni actitudes ante el hecho cultural. Esto ha supuesto, que no hayan cambiado las dinámicas, ni se hayan puesto en marcha proyectos distintos, ni se hayan modificado la formas de trabajar, ni se haya avanzado demasiado en caminos hacia la cooperación y/o el mestizaje entre gestores y artistas, entre lo público y lo privado. Simplemente, metiéndonos en los «cuarteles de invierno» esperábamos pasase el tsunami.

Y el tsunami pasó. Pero ha dejado equipamientos cerrados, teatros agonizantes, asfixiados por una situación económica insostenible, gestiones privatizadas, programaciones cada vez más comerciales, pérdida de «categorías»… Deterioro, en definitiva, de lo que se ofrece al ciudadano, al público, verdadero motor de todo este tinglao cultural, que a modo de judío errante, deambula eternamente por este planeta hasta la llegada de Dios, que solucionará todo.

Si esto fuera poco, en muchos municipios, se heredaron infraestructuras, equipamientos, cemento diseñado en la época del colorín, para mayor Gloria de alcaldes que por unos motivos u otros ponían en marcha proyectos enloquecidamente. Sin estrategia cultural, ni planes de financiación, ni contenidos, ni nada. Ya se pagarán, ya se dinamizarán, ya… y ya… Y nada. Ahora, sin poder mantener lo que ya existe, sin poder soportar lo básico, lo razonable, lo imprescindible… llegan las herencias o han llegado ya.

¿Quién lo está sufriendo mayormente? ¿Quién soporta las consecuencias? ¿Quién es altamente perjudicado? ¿Le importa a alguien?

La parte artística profesional está desasistida. Han tenido que rebajar sus expectativas de ingresos muchísimo. Se enciende en muchos momentos la luz roja de alarma, alarma de inviabilidad empresarial, de costes temerarios. Pero tienen que seguir trabajando. A su vez, los IVAs, impuestos, y cargas de todo tipo han subido sin piedad ni sensibilidad ministerial alguna. Si las personas que dedican su vida, su esfuerzo, su dedicación al Arte soportan unas condiciones laborales cada vez más duras. Si se deteriora su trabajo y lógicamente su producto. En detrimento de quien, a la postre, sostiene el teatro y la danza y todo. El público. Los que compran las entradas, los aficionados, los que apoyan a sus artistas preferidos, o los curiosos que van a todo lo que pueden. Y si ya…asustamos al público de las salas, si lo alejamos…¿qué nos queda?

Prometo que la semana que viene escribiré un artículo con más humor, que no nos falte. Todavía no hay que pagar IVA por sonreir.


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