Rebel delirium

Zagreb, Zagreb…

El Festival Novog Cirkusa de Zagreb acogió el pasado mes de noviembre durante 4 días una residencia de periodistas culturales y críticos de circo de toda Europa. El programa se llama «Unpack the Arts» y es un proyecto europeo, cuyo objetivo es facilitar la circulación y divulgación de conocimiento sobre circo contemporáneo. En cada residencia asisten una decena de personas de diferentes países europeos. Durante este año ya se han hecho las tres primeras: en Zagreb (Festival Novog Cirkusa), Copenhagen (Ny Cirkus Festival) y Auch (Circa Festival). El programa combina entrevistas con artistas, sesiones teóricas, debates, ponencias con especialistas y visionado de espectáculos. Me enteré de este programa a través del muro de facebook de Jordi Duran, actual director de Fira Tárrega, a quién podéis leer cada semana en esta sección. (Para que luego digan que facebook es una tontería). La próxima convocatoria de «Unpack the Arts» sale en enero y la verdad es que es altamente recomendable. No hace falta tener conocimientos precisos de circo, o sea que, periodistas culturales, críticos teatrales… vale la pena!

Apliqué por Zagreb porque me resultaba el sitio más atractivo, el más desconocido para mi, el más periférico. También porque me impresionó bastante una entrevista que leí hace un tiempo a Ivan Krajl, el director del Festival Novog Cirkusa, en la revista de circo inglesa «Sideshow». Lo que ha conseguido este tipo en Zagreb no es cualquier cosa. Croacia es un país que ha importado el circo, no hay ningún centro de formación y hasta hace muy poco las salas de exhibición no programaban nada que no fuera teatro. Tirar adelante un festival internacional de circo contemporáneo de carácter más bien experimental en una país sin tradición circense tiene mérito. Aún así, el director asegura que esto no ha sido un problema para su público, precisamente porque era absolutamente virgen al respecto y libre de perjuicios. Durante muchas ediciones del festival, las propias instituciones croatas (ministros de cultura de turno, responsables de los teatros oficiales, etc.) han puesto palos a las ruedas a esta iniciativa. Según estos responsables públicos, el circo no era una forma de arte digno, apoyar el circo manchaba su «dignidad cultural». Mientras tanto, en la calle, el público sediento de aire fresco, agotaba todas las entradas de cada espectáculo. Ivan Krajl ha tenido que luchar en mil y un frentes para llegar hasta aquí. En una edición, convirtieron la protesta contra las autoridades culturales del momento, en una acción bastante singular. Hicieron un festival de un solo día, con un solo espectáculo, con un único cartel y un único programa de mano. También hicieron los guantes, ideales para aplaudir, más caros del mundo (los valoraron simbólicamente en 10.000 euros, siguen en venta todavía) y llevaban las caras impresas de aquellos responsables públicos que incumplieron en el último minuto los acuerdos que tenían con el festival. Hoy el Festival Novog Cirkusa de Zagreb tiene un público consolidado y atrae programadores de todo el mundo. Desgraciadamente, como tantos otros festivales, la próxima edición (la novena) no está ni mucho menos garantizada.

En la residencia de críticos se vivió un ambiente muy agradable. Compartir cuatro días de charlas, debates y espectáculos con gente apasionada por las artes escénicas es todo un lujo. Además, es una de estas experiencias que te hacen sentir Europa. Había gente de Inglaterra, Bélgica, Francia, Romanía, Alemania… Un día hicimos una escapada a un pueblo de Eslovenia a ver un espectáculo. En el autocar nos acompañaba público del festival y programadaores serbios y croatas. En la frontera estuvimos parados un buen rato, pasaportes, visados, policía dentro del autocar… Era divertido ver como los croatas y serbios criticaban la lentitud de la policía eslovena. Esto también son los balcanes. Gente sencilla, amable y esas caras eslavas, como de añoranza. Zagreb es una ciudad muy interesante, llena de tranvías y cafés donde aun se puede fumar. El ambiente de festival que se creó me recordaba las salidas que hacíamos con mis amigos en Olot, en ocasión del Panorama, o Valencia, en el VEO. El de Zagreb también es un festival especial, enigmático, con una programación de riesgo. Siempre caen los mejores.

En el próximo número de enero de Artez (versión papel), habrá espacio para comentar las propuestas artísticas que pudimos ver (Claudio Stellato, el Cirque invisible de Victoria Chaplin y Jean Baptiste Thiérreé, Kalle Hakkarainen y Raphaël Navarro). Seguiremos allí.


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