Foro fugaz

Zweig & Roth / Roth and Zweig

He luchado con la posibilidad de escribir un diálogo entre estos dos escritores de habla alemana. Me cuesta trabajo porque son ámbitos muy diferentes al mío, sus tiempos también. Sin embargo me interesa ver su actitud frente al peligro, a su condición de judíos de distintos ámbitos y condición, a sus escritos muy diferentes, sus visiones del mundo contrarias, y sin embargo, complementarias. Pertenecieron a una misma época, sufrieron las mismas presiones, estuvieron ante las mismas amenazas, y finalmente ambos se suicidaron, Roth pocas semanas antes del inicio de la Segunda Guerra, con alcohol y descuido; Zweig en plena guerra, con barbitúricos, en un desenlace más clásico, pero en Brasil. Joseph Roth, con rabia y ansiedad; Stefan Zweig con total decepción del mundo. Ambos víctimas del odio ciego que despertó el nazismo contra la humanidad.

Y tuve tentación de pedirle a la Inteligencia Artificial que escribiera el diálogo, Este es el resultado.

Diálogo entre Zweig y Roth realizado por ChatGPT; la copia es exacta.

Escenario: París, 1937. En un café cercano a Montparnasse, Stefan Zweig y Joseph Roth se encuentran para conversar. La atmósfera está cargada de humo de cigarrillos, y el ruido de las conversaciones y los vasos de cristal acompaña su diálogo. Roth, con un vaso de coñac en la mano, parece inquieto. Zweig, siempre elegante y pausado, lo observa con preocupación.

Roth: (encendiendo un cigarrillo) ¿Sabes, Stefan? Esta ciudad me está matando. París tiene demasiada luz para alguien que vive en las tinieblas.

Zweig: (sonriendo con suavidad) Siempre has tenido un talento para convertir la desesperación en poesía, Joseph. Pero esta luz también podría ser tu refugio, tu salvación.

Roth: (riendo amargamente) Salvación… Esa palabra ya no tiene sentido para mí. Mira alrededor, Stefan. Europa está al borde del abismo, y nosotros, los escritores, solo podemos observar mientras todo se desmorona.

Zweig: No subestimes el poder de las palabras, Joseph. A veces siento que es lo único que nos queda. Incluso en medio de este caos, la literatura puede ser un puente hacia algo mejor, un recordatorio de lo que solíamos ser.

Roth: (bebiendo un trago largo de coñac) Tus palabras siempre tienen esa calma que yo envidio. Pero dime, ¿realmente crees que nuestras páginas podrán sobrevivir al fuego que se avecina? Los libros no detendrán las botas ni las balas.

Zweig: Quizás no puedan detenerlas, pero pueden inspirar a quienes sobrevivan. No escribimos para el presente, Joseph; escribimos para el futuro, para quienes leerán cuando todo esto haya pasado.

Roth: (mirándolo intensamente) Ese optimismo tuyo, Stefan, es admirable, pero también ingenuo. Mi La marcha Radetzky es un réquiem, no un canto de esperanza. Escribir sobre la caída del Imperio es mi forma de decir que no hay retorno.

Zweig: Lo entiendo. Pero incluso en el réquiem hay belleza, y esa belleza es una forma de resistencia. Mira, Joseph, yo te admiro profundamente. Tu capacidad para captar la tragedia humana, para ponerle rostro al sufrimiento… eso es un don que pocos tienen.

Roth: (bajando la mirada, con un gesto casi avergonzado) Y tú, Stefan, tienes un alma generosa que yo nunca podré imitar. Pero a veces esa generosidad me exaspera. Me hace sentir como un mendigo literario.

Zweig: Nunca pienses eso. Lo que hago, lo hago porque creo en ti. El mundo necesita tu voz, incluso si ahora no lo sabe.

Roth: (sonriendo tristemente) Quizás tengas razón. Quizás. Pero el coñac me entiende mejor que cualquier lector.

Zweig: (con una risa suave) Tal vez, pero espero que el papel sea tu verdadera confesión. Aunque Europa esté en llamas, Joseph, todavía podemos encontrar sentido en lo que escribimos.

Roth: (apaga su cigarrillo y se levanta, tambaleándose ligeramente) Eres un hombre de fe, Stefan, aunque no lo admitas. Pero yo… yo he perdido la mía. Buenas noches.

Zweig: (lo observa marcharse, susurrando para sí mismo) Buenas noches, Joseph. Que tu genio encuentre paz, aunque sea en el exilio.
*
Hasta aquí lo que me propuso la Inteligencia Artificial, trascrito sin cambiarle ni una palabra, ni una coma.

Me pregunto, ¿cuál sería el espacio para nuestra propia creación? Mi respuesta son más dudas que alternativas.

Lector, si tuviste la paciencia de llegar hasta aquí, te dejo la última palabra.

París, enero de 2025


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