Festivales

24 coreografías integran la XVIII edición de Dansa València

Valencia vuelve a ponerse de puntillas para recibir la expresión corporal más transgresora. Del 28 de abril al 8 de mayo la danza contemporánea vuelve a copar las salas de la ciudad. Los teatros Principal, Rialto, Talía y L’Altre Espai acogen las propuestas de vanguardia de la XVIII edición de Dansa València. Un total de 24 coreografías vitaminadas con una mesa redonda, una conferencia, un certamen infantil y un desfile de moda. El Centro Coreográfico de Teatres de la Generalitat Valenciana con el apoyo del INAEM organiza el certamen que arrancará el último fin de semana de abril con una obra encargada a la coreógrafa Inma Rubio. El Réquiem de Mozart es la banda sonora de “Milacrosa Dies Illa”, pieza para 20 bailarines sobre el tránsito hacia la otra vida con música en directo de la Orquesta Sinfónica de Valencia y el Coro de la Generalitat.
El festival presenta cuatro estrenos nacionales y los más recientes virtuosismos de Teresa Nieto, último Premio Nacional de Danza, con su desnudo anímico en “Consuelo”, y el reputado coreógrafo Thomas Noone, que en “Fútil”, relata una historia de amor en orden inverso.
Este año las propuestas programadas transitan el terreno de las emociones. “Ölelés”, de Jordi Cortés y Damián Muñoz, da cuenta del duelo sin armas entre dos personajes enfermizos; “Especulaciones”, de Noname Radar, escenifica el conflicto de una pareja; y “Cuando muere un ángel”, del prometedor Yoshua Cienfuegos, recuerda a los seres queridos que ya no están.
Si el dolor de la realidad cotidiana es uno de los ejes que desgarran el festival, las heridas infligidas por la historia son la trama que termina de conmocionarlo. “Reme… Dios”, de Toni Aparisi, sube a escena la biografía abierta en canal de una mujer que vivió la República, la guerra y el exilio; “Babel” de Bojnami Danza, traza una existencia quebrada por los conatos entre razas y lenguas; y José Porcel cierra el festival con “Espartac”, donde pone acento flamenco al mito del revolucionario gladiador romano.
Pero no todo en Dansa València es vehemencia emocional, también hay espacio para el festejo. “Dalidance” es el particular tributo de Ramón Oller al genio surrealista de Cadaqués en su centenario, y “Quijote Art”, la colección con la que el modisto Carlos Haro transfiere a las prendas los códigos estéticos de la obra cervantina publicada hace 400 años.
Y de la actualización de mitos a la experimentación coreográfica. Germana Civera, bailarina valenciana afincada en Montpellier, juguetea con su rostro en “Figures”, y Carmen Werner al frente de Provisional Danza rinde homenaje a las víctimas de conflictos bélicos con “The End”, montaje que conmemora el terremoto que asoló la metrópoli japonesa de Kobe en 1995.
La indagación del yo centra las producciones de La sonrisa de Caín y Krisis Danza Teatro. En “Flesh 174”, Cristina Andreu fusiona vídeo y baile para recorrer las sensaciones de cada uno de los centímetros de su cuerpo, y “Esperando-T” nos hace espectadores del interior roto y desordenado de una mujer.
Dicen que lo breve si bueno dobla su valía. Las cuatro piezas cortas anunciadas por el festival son pequeñas gemas coreográficas. La Compagnie L’Adret comandada por David Rodrigo y Gaël Bovio perfila en “Entre mis horizontes” tres estados de ánimo sobre la llegada a tierra extranjera para edificar una nueva vida; Teresa García Valenzuela indaga en los encuentros suspendidos en “Cabo suelto”, y Dominik Borucki fantasea durante 15 minutos con el anhelo de surcar los cielos en “El arte de volar”.
Y como colofón a 11 días de danza, la VII edición de los Premios Lladró galardonarán al mejor intérprete del certamen con un premio en metálico y una escultura.


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