Críticas de espectáculos

Balagan/Misha Matorin/Cirque Style

La teatralidad del circo

 

Obra: Balagan Compañía: Cirque Style. Artistas: Aneliya Aula, Oleg Baklanov, Anastasia Bilyakevich, Victoria Bilyauer, Chen Bin, Mikhail Chebotarev, Yuan Fena, Tatiana Frolova, Konstantin Gvozdetskiy, Iurii Grinchuk, Liu Kai, Viktoria Kovalenko, Youri Mishan, Yuriy Motuzenko, Zheng Peisong, Olga Poltarak, Alexey Prokhorov, Svetlana Rizina, Fu Shuai, Oleksiy Snarskyy, Zhao Wenxiang, Li Xu, Veronika Zakharova, Anna Zgurovskaya, Ruslan Zhuk. Vestuario: Lucio Boliver. Música original: Vasily Bogatyrev. Creación y dirección: Misha Matorin. Teatro Principal de Zaragoza 12 de enero de 2011.

Balagans es el nombre que reciben en Rusia los antiguos circos ambulantes, los circos de feria a los que acudían los más variopintos artistas ataviados con llamativas y coloridas indumentarias. “Balagán” es también el nombre del espectáculo que a principios de la pasada década creó Misha Marotin, una figura de lo que se ha venido en llamar nuevo circo, antiguo miembro de compañías tan emblemáticas como el Circo de Moscú o el Cirque du Soleil. Parte de los principios y de las rutinas circenses de estos últimos están presentes en este “Balagan”. No en vano Marotin fue uno de sus creadores.

Lo que se pudo ver el pasado miércoles en el Teatro Principal (muy concurrido aunque no se llegó al lleno absoluto) fue, más que un buen show, un muy buen espectáculo y una buena muestra de cómo se puede entender el circo contemporáneo. Hay unos magníficos números circenses, brillantes en algunos casos (el número de acrobacia aérea con telas, el de la rueda rusa, el de malabarismo con aros, el de equilibrio sobre bastones o el dúo de contorsionismo aéreo con correas) y en todo momento de un gran nivel (pértigas chinas, saltos con aros, equilibrismo mano a mano, bicicleta acrobática), un espléndido trabajo de clown y una puesta en escena teatral, evocadora, potente, imaginativa, colorista y por momentos deslumbrante.

Una leve trama va hilvanando los diferentes números, los integra, y sirve de excusa para crear un universo fantástico, de gran intensidad visual, por el que se mueven singulares personajes (referencia a los que pululaban por los viejos balagans), y que suma al encanto del circo clásico una estética cuidada, imaginativa, artística y con cierto aire poético. El espacio sonoro es potente y efectista, aunque en ocasiones se antoja algo reiterativo y en exceso facilón, hay un gran diseño de luces, y todo lo que sucede en escena está manejado con un formidable manejo del ritmo y el tiempo. En algún momento la puesta en escena toma un aire algo barroco, con demasiados personajes en escena que distraen la atención del elemento central, tal como sucede en el número de equilibrismo mano a mano. Aparte de esto, la propuesta es vibrante, mágica por momentos, generosa con los números que ofrece, con transiciones muy bien medidas que cautivo a los espectadores desde el primer momento.

Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 14 de enero de 2011


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