Y no es coña

Bordeando un territorio baldío

Tenía varios pequeños temas apuntados para desarrollar en esta entrega, pero de par de mañana el teléfono me ha traído noticias de una desgracia de esas que es casi imposible metabolizar. Un joven actor y dramaturgo, hijo de dos viejos amigos, el padre desde nuestra más tierna juventud en Barcelona, la madre después de muchas circunstancias y contactos profesionales, murió el domingo de infarto en una playa gaditana. En plenitud de su vida, cuarenta y dos años, con proyectos, ilusiones, futuro. Y ya no está. No existe consuelo. Es algo que escapa al raciocinio. Le habíamos editado una obra. Teníamos otras en cartera para editarlas.

En este ambiente emocional afrontar cualquier actividad se hace más cuesta arriba de lo habitual. Porque lo personal y lo profesional cuando se cruzan producen unos desgarros tremendos. Estas desgracias tan rotundas solamente producen en primera estancia una incomprensión sobre los secretos de la Vida y en este caso, sobre la dedicación casi monástica al Teatro durante tantos años. ¿Se puede seguir con la misma fuerza o ilusión? Con mi viejo amigo, que compartimos edad y cuadros médicos, esta mañana solamente podíamos mostrar nuestra imposibilidad de entender qué ha pasado y por qué ha pasado. Y las palabras en estas situaciones se convierten en algo extraño que tienen un valor relativo. ¿Qué puede pasar en la cabeza de esos padres en estos momentos? ¿De dónde pueden sacar fuerzas para afrontar el mañana sin esa presencia tan cariñosa?

Y en estas cosas ando, por lo que todos los problemas que tenía sobre un programa informática desenchufado que me está causando trastornos operativos graves, los rutinarios y crónicos problemas de liquidez económica que en cada final de mes aparecen, la urgencia o no urgencia de ciertas cosas pendientes se convierten hoy en algo superfluo. No puedo más. En mi cabeza ronda la cara, la simpatía, la bonhomía del fallecido, mi relación con sus padres en los últimos meses y el tono de voz de su padre comunicándome la desgracia. Desgarradora.

Estoy convencido que la Vida sigue. A veces es muy injusta. Espero que todo se logre metabolizar en un tiempo prudencial sin causar daños colaterales y el Teatro, ese vínculo que nos relaciona, ayude a paliar algo este inmenso dolor.

Por pudor no menciono el nombre de nadie hasta que no se comunique de manera oficial por la familia el deceso.


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