El Chivato

Carta de respuesta de Albert Boadella a Leo Bassi

El filantrópico bufón Leo Bassi

El alterado payaso-bufón Don Leo Bassi sigue empeñado en reconducirme por el recto camino de la corrección política, asunto que para él viene a significar el repudio exclusivo a todo aquello que su inexorable juicio vislumbra con destellos conservadores. Como gran poseedor de la verdad única del transgresor, su insistencia en mi redención revela un sutil trasfondo religioso que recuerda aquellos curas tan obstinados en llevarnos hacia la senda de la castidad. Para esta cruzada de conversión, el payaso agitador, además de diversas declaraciones en medios reprobando mi actitud, organizó el pasado 15 de mayo un aquelarre ante los Teatros del Canal, coreado por los integrantes del “Bassi-bus” los cuales recorren en su compañía los rincones de lo que él considera la corrupción política (obviamente solo del PP). El nudo argumental del show consistía en la entrega de una amable carta donde me instiga a dimitir como director de los Teatros del Canal, recordándome mi trayectoria satírica contra el poder y la deriva personal provocada por el cargo que ocupo. La carta reincide en mi supuesto historial progre como colega bufón y esgrime argumentos de este calibre: “…su afán por asociar su nombre y reputación artística a una galería de personajes turbios y farcescos como la que componen la presidenta y su corte, teniendo en cuenta que durante décadas su compañía Els Joglars se ha distinguido, con mucho acierto, por vapulear a estos peleles de retrato goyesco con tanto ahínco”.

El aquelarre organizado frente a los teatros estaría dentro de los cometidos de su oficio si no fuera porque fue ejecutado precisamente en plena campaña electoral beneficiando de facto a la otra opción política cuya característica principal de su progresista proceder es haber dejado España en la ruina con cinco millones de parados. Queda así demostrado que a Don Bassi nadie le puede negar su categoría bufonesca, pero solo al servicio de una tendencia política y la prueba evidente de la parcialidad es el séquito mediático de El País. Empresa esta, inequívocamente asociada al descrédito compulsivo de Esperanza Aguirre en provecho del gobierno socialista. Para calentar el tema, El País publicó dos artículos, uno de preparación el día anterior al acto, en el cual me ponía a parir, celebrando con todo regodeo lo que dice ser la decadencia de Joglars, y el otro, al día siguiente, dando cuenta del aquelarre nada menos que el crítico teatral de dicho periódico. Una muestra más del exquisito vasallaje a las consignas doctrinarias de este medio que tan disciplinadamente se presta siempre el señor Vallejo sin necesidad de que nadie se lo ordene, sobre todo cuando se trata de Joglars y un servidor. En el fondo, El País utiliza al cándido bufón Bassi en beneficio de sus propios intereses. Unos intereses que en la actualidad se hallan muy alejados de cualquier propósito de objetividad periodística por mucho que lo aliñe con su apolillada pátina progresista. El País representa hoy la imagen más clara de la impostura y el doble rasero con que actúa la izquierda en España en su esfuerzo por dividirla de nuevo en dos bandos.
Pero volviendo al bueno de Don Bassi, su insistencia en mi redención para mayor gloria del rojerío (insistencia que casi resulta entrañable por su tenacidad) tiene también su reverso pesado debido a una reiterativa confusión. Una confusión que no por extendida corresponde para nada a la realidad. He descrito por activa y por pasiva que no solo no fui ni progre ni comunista cuando lo eran todos mis colegas sino que detesté dicha postura desde que tuve la mala fortuna de tener que convivir con muchos de sus prehistóricos devotos hace más de cuatro décadas. De tal actitud, doy testimonio en mis escritos y libros pero también muy especialmente en mis obras. Mi teatro no ha sido nunca una expresión progre pues ha significado fundamentalmente una búsqueda tenaz de las formas ancestrales de nuestro oficio. Representa una querencia por las más tradicionales expresiones de la escena alimentadas con los contenidos de un francotirador.
No obstante, a pesar de una constatación tan perceptible y evidente, continúan apareciendo alienígenos que quieren denunciar mi traición a no sé qué principios. Es la demostración más clara de que hay una parte de ciudadanos de uno y otro signo los cuales solo perciben aquello que les interesa al margen de lo que uno trata de expresar, incluso en algo tan visible y patente como es una obra. En el fondo, reconozco que se le hacía difícil a muchos sectores de la izquierda admitir que un teatro de expresión claramente insubordinada a la corrección del momento podía surgir de un artista que no comulgaba con los gérmenes doctrinarios de lo que ha resultado ser una secta, pues como tal secta se comportan ahora cuando denuncian mi desviado sendero.
En definitiva, dentro de las distintas tradiciones del gremio no he tomado nunca el camino del bufón. Se equivoca Don Bassi, utilicé este título en mis memorias como contestación a los que reiteradamente me apodaban así tratando de menospreciar las obras, pero mi teatro está objetivamente fuera de las respetables e higiénicas características del bufón, concentradas básicamente en la burla directa y descarada del mandamás. He practicado un teatro de formas elaboradas, y por tanto, con mayor cercanía a las comedias de Moliere o Aristofanes que, precisamente, a nadie se le ocurre asociarlo con el bufón por su naturaleza satírica.
Sin embargo, a pesar de mis razonamientos, este conjunto de tergiversaciones de la realidad (generalmente interesadas) siguen persistiendo, y como esta es una web de contenidos artísticos, trataré por enésima vez establecer una simple relación de algunos fragmentos de las obras montadas junto a Joglars donde se muestra claramente mi independencia frente a las inclinaciones ideológicas del momento, señalando en cada una de ellas los contenidos o escenas que avalan esta misma posición desde hace muchos años.

 

  • 1974 “Alias Serrallonga” La parodia de “Els Segadors” en la escena final de la obra con los ridículos progres cantando la canción de Joan Baez “We Shall Overcome”
  • 1980 “Olympic Man Movement” La nueva cara del pensamiento único con situaciones que recuerdan paradójicamente el comportamiento del actual gobierno. La escena de la universidad, las veleidades terroristas de la izquierda, el encumbramiento de la homosexualidad y el arte de vanguardia como icono del progresismo.
  • 1983 “Teledeum” La sátira del moderno ritual de la iglesia y la sensatez del viejo cardenal católico que defiende la tradición. Una reivindicación del rito sacramental frente al oportunismo circunstancial de la iglesia.
  • 1986 “Visanteta de Favara” La sátira del PSOE con el alcalde y su mesa de diseño, así como la reivindicación de los valores de la Valencia más tradicional.
  • 1989 “Columbi Lapsus” Una apología de Albino Luciani el Papa Juan Pablo I
  • 1993 “El Nacional” Los bufones fusilan al crítico teatral de El País
  • 1997 “La increíble historia del D. Floit & Mister Pla” La exaltación del conservadurismo planiano y su genial sensatez 
  • 1999 “Daalí” Las diversas sátiras del arte moderno, la “Internacional” interpretada en el culo de Gala y las parodias de los progres con el Güernika de fondo
  • 2004 “El retablo de las maravillas” La sátira de los gurús del arte de vanguardia y la cocina moderna. La parodia política de la impostura con Felipe Gonzalez, su esposa progre y Trinidad Giménez
  • 2005 “En un lugar de Manhattan” El artificio y la estupidez de la directora izquierdo-progresista-feminista que monta la obra
  • 2008 “La Cena” La nueva religión medioambiental del izquierdismo
  • 2009 “2036 Omena-g” La escena del cine mudo mostrando el patetismo de los viejos iconos de la progresía.

No se trata de nada teórico. Todo ello está grabado y a la vista, como lo están las distintas series de televisión trufadas de situaciones parecidas. Entonces, ante tal evidencia, solo cabe preguntarse ¿Por qué hay quien sigue empeñado en reducirme a personaje de ficción y antiguo referente de una progresía que detesto?
¡Los militantes del pensamiento único no perdonan el haberme confundido con uno de los suyos! Una veces es el nacionalismo cabreado por mi desprecio y exilio artístico el que me acusa de traidor, y otras, como el caso que nos ocupa, por la exasperación de una izquierda sectaria e impotente ante el carisma de caballo ganador de Esperanza Aguirre. Yo pago su cólera y en esta situación concreta, un incauto bufón sirve de instrumento para denigrarme públicamente. Es obvio, que ante ello, aunque me desgañite demostrando lo contrario, pocas cosas puedo hacer. Solo me toca esta vez sí, camuflarme también en bufón y gritar ¡Joderos!


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