Críticas de espectáculos

Cuentos visibles y reversibles / Teatro Pingaliraina

Poco Teatro

Obra: “Cuentos visibles y reversibles” Sobre textos de Fernando Lalana. Compañía: Teatro Pingaliraina. Intérprete: Mariano Lasheras. Músico: José Tomás Cerezo. Escenografía: Olga Arnal, Ana Garcés y Jesús Pescador. Ilustrador: Isidro Ferrer. Dirección: Mariano Lasheras. Teatro Arbolé (Zaragoza). 28 de noviembre de 2009

Continúa la programación infantil en el Teatro Arbolé que ha contado esta semana con la presencia de la compañía zaragozana Teatro Pingaliraina y su espectáculo “Cuentos visibles y reversibles”, basado en relatos de Fernando Lalana y con dirección de Mariano Lasheras. La sala registro una aceptable entrada y el público se divirtió con una propuesta que es, ante todo, participativa. Pingaliraina, que cuenta entre sus espectáculos con propuestas muy cuidadas visualmente, con historias imaginativas y puestas en escena bien elaboradas, en las que se combinan diferentes técnicas (“Simoon en la luna”, “1001 aventuras de Simbad y Sherezade”) dando como resultado espectáculos muy estimables, en esta ocasión, se queda en un plano mucho más discreto.

Cierto que estos “Cuentos visibles y reversibles” son participativos y divertidos, pero no lo es menos que el teatro, en cuanto manifestación artística, precisa de algo más. Pero ese algo más (dramaturgia como estructura narrativa propia y específica de la escena, teatralidad como manera de contarlo, estética como belleza plástica y visual, historia como fábula o relato que se cuenta, creación de ese mundo de ficción, real porque está ante nuestro ojos, pero falso porque lo que ocurre no sucede de verdad) no se hace presente en esta propuesta de Pingaliraina. Y digo que la participación y la diversión no son suficientes, porque eso es algo que puede darse en cualquier ámbito no teatral, y el teatro exige la presencia esencial de elementos que únicamente se pueden dan sobre la escena. Cuán divertida y participativa puede ser una fiesta de cumpleaños y qué lejos puede estar del teatro.

Hay una primera parte en la que están presentes los cuentos, tal como el título anuncia, con personajes muy populares (el príncipe, la rana, la princesa, San Jorge, el dragón) que reciben un tratamiento diferente, imaginativo y divertido, hay un juego escénico y teatral (actor, músico, muñeco) que funciona bien, pero después los cuentos se abandonan (se hacen historia) y se nos invita a adentrarnos en la interpretación colectiva de la canción de la planta Renata con la que se llena el resto (largo) de la función, conduciendo al público más por el lado festivo (que está muy bien) y menos por el teatral, que debería tener también su hueco.

Joaquín Melguizo.

Publicado en Heraldo de Aragón, Lunes 30 de noviembre de 2009


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba