El Chivato

El cine argentino cosechó 115 premios internacionales en 2003

El cine argentino cosechó en 2003 un total de 115 premios internacionales, un verdadero récord para una cinematografía cuyo principal atractivo es la variedad de puntos de vista y su libertad expresiva. La industria cinematográfica argentina ya había tenido un buen 2002, cuando se alzó con 76 galardones, pero este año verdaderamente «arrasó» en los 56 certámenes internacionales en los que participó. «El cine argentino gusta tanto afuera porque es un cine muy libre, independiente de los grandes productores, y fruto de una generación de jóvenes directores que traen un discurso renovador», dijo el director de Asuntos Internacionales del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Víctor Bassuk.
Las grandes premiadas del año fueron «Raymundo», documental de Ernesto Ardito y Virna Molina; «Cleopatra», de Eduardo Mignona; «Ana y los otros», de la joven y prometedora Celina Murga; «Un oso rojo», de Adrián Caetano, y la gran «Historias mínimas», de Carlos Sorín, que representará a Argentina en los premios Goya que otorga la Academia de Cine de España.
Entre las cintas galardonadas también está «Valentín», filme del director Alejandro Agresti protagonizado por la española Carmen Maura y el niño revelación Rodrigo Noya y que busca un lugar entre las seleccionadas como mejor película extranjera en la próxima edición de los premios Oscar.
Para lograr este éxito, el INCAA, además de apoyar la presentación de los realizadores argentinos en los festivales, invita a los seleccionadores a Buenos Aires para que entren en «contacto directo» con la cinematografía local.
«Pero lo cierto es que nadie seleccionaría una película mala, por más promoción que se le hiciera. En verdad tenemos un buen cine, variopinto, ecléctico, que va desde lo intimista, lo social y hasta lo comercial», señaló Bassuk.
Otra de las claves es la calidad técnica, ya que durante la década pasada, con la paridad «uno a uno» entre el dólar y el peso argentino, se importaron equipos de filmación de última generación.
El presidente del INCAA, el realizador Jorge Coscia, destacó que los festivales internacionales son escaparates muy importante, pues «los mercados suelen abrirse sólo a filmes de cierta calidad».
«Hay, por ejemplo, una relación directa entre la creciente presencia en festivales y la también creciente presencia de nuestro cine en la cartelera española», señaló Coscia.
Agregó que «los premios no son sólo morales, ya que en algunos festivales traen de la mano el interés de distribuidores extranjeros».
Algunas películas argentinas han logrado muy buenos negocios gracias a las estatuillas que otorgan los jurados de certámenes como Cannes (Francia), Venecia (Italia), San Sebastián (España) o Montreal (Canadá) y otras han aumentado su valor por el solo hecho de participar en las más de 2.000 competiciones fílmicas que se celebran cada año en el mundo.
Bassuk coincidió en que, más allá de los premios, lo importante es que «este hecho cultural del cine funcione como una industria que sea fuente de ingresos para el país y, para eso, hay que salir a ganar público en todo el mundo».
Con ese afán, durante 2003 el INCAA promovió ciclos de cine argentino en el exterior, firmó un convenio de distribución con Brasil y abrió en septiembre un espacio de exhibición en el consulado argentino en Nueva York.
El instituto inaugurará en los próximos meses pequeñas salas de proyección para películas argentinas en Madrid, Roma y París y ya tiene en carpeta espacios similares en Tel Aviv y Miami.
«Este año hemos entrado con fuerza en el mercado francés, donde se exhibieron siete filmes argentinos, además de la consolidación de España, que ya es zona conquistada. En España se ha generado un verdadero ‘star-system’ argentino, que abre puertas a otras artes, como el teatro y la pintura», señaló Bassuk.
Los espectadores españoles le dieron su «sí» definitivo al cine argentino con los estrenos de «Nueve reinas» y «El hijo de la novia», ambos protagonizados por Ricardo Darín.
Sin embargo, el encargado de promocionar la filmografía argentina en el mundo no se sube al carro de la victoria y prefiere ser cauteloso.
«Para mí ‘boom’ es una mala palabra. Tenemos que consolidarnos a través de la constancia, generar una marca, que la gente diga ‘me gusta el cine argentino'», subrayó.  


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