Críticas de espectáculos

‘El mercader de Venecia’/Darek Teatro

Gran esfuerzo, resultado discreto

 

Obra: El mercader de Venecia Autor: William Shakespeare. Compañía: Darek Teatro. Intérpretes: Manuel Regueiro, Ángel García Suarez, Edgar S. Millán, Jorge Lucas, César Sánchez, Ricardo Vicente, Marta Hazas, Luz Nicolás, Fernando Conde, José Hervás, María Bensant y Carlos Moreno. Escenografía: Javier Roselló y Pedro Moreno. Vestuario: Pedro Moreno. Iluminación: Daniel Giménez. Dirección: Denis Rafter. Teatro Principal de Zaragoza. 5 de febrero de 211.

Que una compañía privada afronte la puesta en pie de un texto clásico y lo haga además con una muy cuidada producción, es una aventura que debe ser reconocida en su justa medida. Doce intérpretes en escena, un vestuario de calidad o una elaborada escenografía, suponen un considerable riesgo empresarial que no puede pasar desapercibido. Es el caso de ‘El mercader de Venecia’, espectáculo producido por Darek Teatro, que el sábado se presentó en el Teatro Principal en una única función, cosechando un rotundo éxito entre el numeroso público.

Es el texto shakesperiano, cuyo argumento es sobradamente conocido, el principal valor de esta propuesta que firma el director y actor irlandés Denis Rafter. Cuenta con una buena versión de Rafael Pérez Sierra y con la presencia de Fernando Conde, Marta Hazas, Jorge Lucas y Manuel Regueiro como cabezas de cartel.

La puesta en escena apuesta por la fidelidad al texto. Tanto, que se rinde ante él. Se limita a ilustrarlo en un ejercicio de retórica, de verismo rígido, decorativista y de cartón piedra. El ritmo se hace injustificadamente lento en ocasiones. Hay escenas recargadas con movimientos y acciones que resultan repetitivas y gratuitas. Las hay planteadas desde un humor demasiado grueso y facilón (las del príncipe de Marruecos y el príncipe de Aragón, por ejemplo) y le falta profundidad y capacidad para conectar con el espectador. Después del intermedio, la función gana en intensidad. No ayuda en mucho una escenografía a primera vista espectacular. Dos grandes estructuras laterales que representan los muros de unas casas venecianas y una escalinata al fondo eleva el escenario, que en el transcurso de la representación acaban siendo meros objetos apenas utilizados, que por momentos entorpecen el desarrollo de la acción y condicionan y fuerzan el desplazamiento de los actores.

En el terreno interpretativo, destacan el Graciano que ha compuesto César Sánchez y el Shylock de Fernando Conde. Los dos realizan un trabajo notable. Por el contrario hay, personajes que aparecen planos, sin brillo, monótonos y artificiosos, especialmente la Porcia de Marta Hazas y el Antonio de Manuel Regueiro. En general faltan matices, detalles que den profundidad y credibilidad al trabajo actoral. Un aplaudible esfuerzo pero discreto en los resultados.

Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 7 de febrero de 2011


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