Críticas de espectáculos

“El rey volteretas”/Panta Rhei

Sanar a la princesa

 

Obra: El rey volteretas Autor: Emilio Fernández de Pinedo. Compañía: Panta Rhei. Intérpretes/Titiriteros: Idoia Ayestaran y Emilio Fernández de Pinedo. Muñecos, escenografía y vestuario: Panta Rhei. Iluminación: Amadeo Fernández de Pinedo. Dirección: Emilio Fernández de Pinedo. Teatro Arbolé (Zaragoza). 15 de mayo de 2010. Un tercio del aforo.

La veterana compañía gazteiztarra Panta Rhei presentó el pasado sábado en el Teatro Arbolé “El rey volteretas”, un espectáculo para público a partir de tres años que combina actor y títere para contarnos la historia de un alegre soberano al que un día le embargó una profunda tristeza. La joven princesa padece una extraña enfermedad para la que no existe cura. Morirá sin remedio en siete días. Un anciano aparecerá para informar al rey del remedio. Los emisarios reales recorrerán todo el reino en busca de alguien que esté dispuesto a partir en busca de la gran rosa y su aceite sanador.

El relato está construido siguiendo un esquema de cuento clásico. El rey bueno, la princesa, el joven muchacho valeroso, un sapo que se convertirá en hada, un viaje en el que habrá que salvar algunas dificultades, una malvada serpiente que será derrotada, el retorno y el final feliz. Elementos que no aportan nada novedoso (tampoco tienen porque hacerlo necesariamente) pero suficientes para sostener una función que capte el interés de los más pequeños. Sin embargo la función no alcanza plenamente ese objetivo. Se alarga en exceso introduciendo elementos (el juego de la orquesta, el relato de Mari Zikin) que buscan la complicidad con el público y que, el sábado al menos, no terminaron de lograrlo.

La iluminación resulta en ocasiones demasiado oscura, restando peso escénico a los muñecos en favor de “crear ambiente”. La puesta en escena resuelve bien la presencia simultánea de la actriz y el títere, dotando a la primera de una función argumental al convertirla en personaje-narradora del cuento. Hay también una buena utilización del espacio, un rico juego escénico que utiliza como elemento central un gran baúl del que surgirán Mari Zikin y los muñecos, y que se convertirá en un versátil retablo. Empero, los elementos fundamentales de la escenificación, el dramático y el figurativo, no están conjugados con la misma corrección. Si bien los títeres están construidos con estilo, esmero y un cuidado sentido de la estética, hay momentos en lo que se echa de menos más gestualidad y mayor expresividad de los muñecos. Una propuesta que utiliza una buena materia prima, pero que le falta esa luz que comunica e ilumina la conexión con el público.

Joaquín Melguizo


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