Críticas de espectáculos

Feelgood/Alistair Beaton

El discurso del Presidente

 

Después de años enteros sin hablar de la realidad, de lo que ocurría en la calle o nos transmitían los medios de comunicación, absorto como estaba en la introspección de nuestras conciencias, el desbarajuste de nuestros sentimientos o el más mínimo estremecimiento de nuestras partes íntimas, parece que nuestro teatro empieza a interesarse por lo que acontece en el mundo exterior. Y es que durante las últimas semanas nuestros escenarios se han visto desbordados por toda una serie de propuestas que tienen que ver, de una u otra forma, con la más rabiosa actualidad o, dicho de otro modo, con esta «crisis» existencial que lleva trazas de acabar no sólo con la Unión Europea sino, en lo que a nosotros respecta, con lo poco que queda de esta misérrima nación.

Así y en lo que se refiere a este «corral sin sol» (¡cómo se le echa a usted de menos, don Ramón!) dos obras montadas por el CDN nos trasladan hasta los orígenes de lo que fue nuestra cacareada Transición para preguntarse, de vuelta al día de hoy: «¿y si la transición se quedó a medias y hubiese de acabarla esta generación?» (La ceremonia de la confusión de María Velasco, magistralmente dirigida por el veterano Jesús Cracio, se puso en el Valle-Inclán hasta el 24 de marzo y Transición, de Alfonso Plou y Julio Salvatierra, con un espléndido Antonio Valero en el papel del presidente Suárez, está en cartel en el María Guerrero hasta que termine esta semana). Centrado en nuestros problemas más inmediatos – la ruina, el chantaje, la incompetencia y la corrupción – el autor malagueño Fernando Ramírez Baeza, premio Carlos Arniches 2009, presenta en el Teatro Fernán Gómez, también hasta el 7 de abril, Subprime, un «thriller» financiero a la manera de un «film» de serie B, que dirige con autoridad Ricardo Campelo e interpreta, muy cinemáticamente motivado, un estupendo elenco acaudillado por Pep Munné y Chete Lera. Y hasta la semana pasada se pudieron ver en la Cuarta Pared, magníficamente interpretados por Alberto San Juan y Nuria Gallardo bajo la dirección de Mariano Barroso, dos de los «sketches» más notables de la primera temporada, la de 2011, del proyecto británico Theatre Uncut: Frágil de David Greig y Reflectante de Clara Brennan, buena muestra ambos de que este súbito interés de nuestros profesionales por abordar un teatro cercano a la realidad se está enfocando hacia la escena inglesa, inagotable fuente de autores, grupos y teatros plenamente comprometidos con el drama realista y social.

Del Reino Unido nos viene también un nuevo título que, a pesar de presentarse como una comedia comercial, puede añadirse sin desdoro a esta avalancha de obras premonitorias que, como nos señalaba Artaud, se consumen en las brasas de la hoguera gritando y agitando los brazos para prevenirnos del horrible final que nos espera. Se trata de Feelgood (Disfruta), del autor escocés Alistair Beaton que, en el momento de su estreno en 2001 en el West-End de Londres, además de obtener el Evening Standard Best Comedy Award de aquel año, se convirtió en un éxito de taquilla en medio mundo. Y es que Beaton, un publicista que escribe para la radio, la televisión y el teatro está considerado como uno de los mejores autores satíricos del Reino Unido. No en vano trabajó para el New Labour y allí participó durante un tiempo en el equipo responsable de la preparación de los discursos de Gordon Brown cuando éste era canciller del Exchequer en el gobierno de Tony Blair. Una experiencia biográfica que le proporcionó más tarde el tema sobre el que se construye Feelgood: una desmadrada reunión de expertos encargados de redactar el discurso que habrá de leer el Presidente en la convención del partido convocada para su reelección. Un cónclave de lo más reservado al que, como si estuviésemos fisgando por el ojo de la cerradura, vamos a tener la ocasión de asistir hasta el 12 de Mayo en las Naves del Español.

La cosa está que arde: al Presidente del partido (apodado cariñosamente GP, el «Gran Pastor», por sus colaboradores más próximos) le ha surgido una rama disidente en pleno congreso. Que si no cumplió con sus promesas ecologistas, que si no hace más que contemporizar con las multinacionales, que si se van a autorizar los transgénicos… En fin, lo de siempre una vez más: algún disidente malnacido que le está moviendo el agua por ver si ocupa su lugar. Y en la calle, frente al hotel en el que se celebra el evento, ecologistas, «gays» y antisistema se baten el cobre con las fuerzas del orden a base de botes de humo y cócteles molotov. En la estancia en la que se mantiene la reunión para confeccionar el discurso, figuran toda una serie de personajes aparentemente secundarios, de los que no aparecen nunca en público pero son el núcleo duro del partido: coordinadores, consultores, ideólogos, pendolistas como lo fue Beaton y hasta un humorista del «club de la comedia» muy apreciado en la televisión. En el fondo, a todos les mueve la ambición de estar cerca del líder por ver si pueden sacar algo de provecho – un puesto en el gobierno o en la administración – o seguir trepando en el partido hasta poder mostrarse a cara descubierta y entrar en ese paraíso terrenal que es el mundo reservado a los políticos. De ellos no se puede esperar, por consiguiente, más que engaño, doblez y malos modos, un comportamiento rastrero y un persistente afán por controlarlo todo. Aunque mala gente son humanos, amargados por la servidumbre voluntaria que tienen que mostrar todos los días y ese convencimiento interior que les corroe de estar arruinando sus vidas por un fin que no vale la pena. Pero sobre todo son ridículos, todo les sale mal y cuanto más tropiezan, más se enfangan. Ahí está ese Ministro de Agricultura medio bobo que, metido a experimentar con las nuevas semillas en sus más que abundantes posesiones, está a punto de dar al traste con la reelección del Presidente. Como en las comedias de Molière, Beaton juega con ellos y nos hace reír a carcajadas, pero sin ocultarnos nunca ni su perversa condición ni su crueldad manifiesta. De modo que la farsa terminará mal, con un presidente sin duda reelegido pero con una muerte a sus espaldas. Una conclusión que, en cierto modo, nos recuerda en el mundo de la política el final de Subprime en el empresarial: y es que las artimañas del Poder siempre terminan con el sacrificio del consiguiente chivo expiatorio.

Casi me da vergüenza decir que así, a primera vista, la comedia «se pasa» de tronchante como para tomar su asunto «en serio». De ello tienen la culpa los actores, que funcionan como una maquinaria bien engrasada para descoyuntarnos de la risa, además de su director, Alberto Castrillo-Ferrer, que les impone un ritmo frenético. De toda la compañía, que es muy buena, habrá que destacar el inmenso trabajo de composición de su personaje que lleva a cabo Jorge Bosch en el papel del ministro así como la actuación de Jorge Usón, el inventor de chistes, que nos hace reír con su sola presencia. Con su habitual maestría, el discurso final del Presidente está grabado en vídeo por Carlos Hipólito. Y es entonces, cuando le vemos desgranar con la mayor desfachatez y su aire de no haber roto un plato tal sarta de lugares comunes, medias verdades y frases hechas, cuando nos damos cuenta de que el autor no se ha pasado un pelo en la «comicidad» y el consiguiente espanto que de por sí provoca su retrato. Los que «se pasan» de verdad son los políticos y no los responsables de Feelgood. Vayan a verla.

David Ladra

Título: Feelgood (Disfruta) – Autor: Alistair Beaton – Traducción: Alicia Macías – Intérpretes: Javier Márquez (Alex); Fran Perea (Edu); Ainhoa Santamaría (Marta); Jorge Bosch (Max); Jorge Usón (Simón Pik); Manuela Velasco (Elisa); Carlos Hipólito (vídeo) (Presidente); Gloria Muñoz (voz) (Delegada) – Diseño de iluminación: The Blue Stage Family – Diseño de espacio sonoro y música original: David Angulo – Diseño de escenografía: Uxua Castelló – Diseño de vestuario: Marie-Laude Bénard – Dirección del vídeo: Paula Ortiz – Producción: ProduccionesOff – Producción ejecutiva: Violeta Ferrer y Mónica Regueiro – Naves del Español del Matadero (sala 2) – Del 2 de Abril al 12 de Mayo.

Abril 2013


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