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FITEI 47. Mirar de frente

En portugués y en gallego existe el verbo “fitar”. Una acción que consiste en mirar, de manera directa, fijamente, profundamente, incluso de manera desafiante. En portugués añade una segunda acepción: dar en el centro de la diana.

Escribo esto “fitando el FITEI”. Me explico: estoy pasando unos días en el Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica (FITEI) do Porto, que, con la dirección de Gonçalo Amorim, alcanza su 47ª edición, que se celebra del 15 al 26 de mayo de 2024 no Porto y se extiende a las ciudades portuguesas de Matosinhos, Gaia y Viana do Castelo. Lo hace ampliando el título de la convocatoria del año pasado: “Trauma y Bravura”, que pasa a la tríada: “Trauma, Bravura y Fantasmagorías”, tres conceptos a través de los cuales se podrían ligar los espectáculos que he podido ver hasta el momento en el que escribo estas palabras. Conceptos que, además, tienen la virtud poética de despertar nuestra intuición respecto a lo que se cuece en este FITEI 47. Un lema que actúa casi como un conjuro o una fórmula mágica, ligando memoria histórica, personal y comunitaria, con el presente, para mirar directamente a los fantasmas que se ciernen sobre él. Para darnos la oportunidad de acertar en el centro de la diana y, desvelando nuestra consciencia, decidir si queremos mantener a esos fantasmas en el futuro o librarnos de ellos. En los escenarios un posible modo de encarar fantasmagorías es plantearse cuestiones y abordarlas desde la acción.

Todo esto viene también a cuento de que en este 2024 se conmemora el 50 aniversario del 25 de abril de 1974 y de la Revolução dos Cravos (Revolución de los claveles), que dio paso a la democracia en Portugal. Pero de los 40 años de la dictadura salazarista y de su Estado Novo aun quedan reminiscencias activas y fantasmas, igual que acontece en España. En España aún más porque no tuvimos revolución, sino una transición en la que siguieron en el poder de facto los descendientes del franquismo. Apellidos que continúan manejando, de manera discreta, los hilos de una democracia cuya plenitud, en lo que atañe a la igualdad en aspectos básicos, aún no se ha alcanzado.

Directamente imbricadas en la revisión de lo que ha costado llegar a la democracia, en el FITEI 47, podemos encontrar varias propuestas no solo de Portugal, sino también de Chile. Por ejemplo, ‘LUTA ARMADA’ (Lucha armada) de Hotel Europa, de André Amálio y Tereza Havlicková, que presenta un análisis de los proyectos políticos que recurrieron a acciones violentas como forma de lucha, a través de testimonios de personas que militaban en esas organizaciones y de documentos sobre sus acciones, en un espectáculo de teatro documental multidisciplinar.

El ejemplo chileno, de cariz más próximo al teatro dramático brechtiano de estilo contemporáneo, es ‘MARÍA ISABEL’ de Ana Luz Ormazábal. En éste, las escenas giran alrededor de los recuerdos de María Isabel Matamala, una médica chilena involucrada en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y que, además de enfrentar la lucha contra la dictadura, también se enfrentaba, junto a sus compañeras, contra la discriminación de las mujeres dentro del seno de la propia organización revolucionaria de izquierdas. Esta producción del GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral de Santiago de Chile) conmemora los 50 años del Golpe. ‘María Isabel’ nos muestra un collage de escenas en las que cuatro actrices y un actor, acompañados por un músico, interpretan cada una a siete personajes. A través de ellas, reconstruyen algunos de los momentos clave del periplo de esta médica, que estuvo presa en Villa Grimaldi y en Tres Álamos, donde sufrió tortura. Nos desvelan, además, la doble lucha y las dificultades a las que las mujeres tuvieron que hacer frente, en muchas ocasiones siendo utilizadas por los hombres de su misma organización. Reconstruyen la manera colaborativa en la que las reclusas redactaron un manifiesto feminista, que hicieron llegar clandestinamente a la cúpula del MIR y nos muestran cómo, finalmente, desapareció. El elenco hace un trabajo ágil, con una interpretación que extiende la comprensión humana de aquella lucha a quien asiste al espectáculo, trufando las escenas con algunas declaraciones breves en la voz de la propia María Isabel. Esta propuesta, sin redundar en lo dramático gracias a la distancia épica de los cambios de personajes que van pasando por todo el elenco, en un trabajo totalmente coral, consigue alejarse de la moda o del modelo del teatro documental y, sin embargo, sabe trasladarnos esos retazos de historia que, sin esta pieza, seguramente se perderían.

Ligando memoria y contenido, substancia del presente, en formato Showcase, pudimos ver al prodigioso actor António Capelo interpretando ‘NINGUÉM’ (Nadie) de Zeferino Mota, con dirección de éste y de Pedro Aparício, en el Teatro do Bolhão. Además de la cercanía, la organicidad y la verosimilitud de la interpretación de António Capelo, con 45 años de experiencia actoral a sus espaldas, lo que más me conquistó de ‘Ninguém’ fue la convicción con la que, enraizado en la memoria personal, el actor nos confronta con la cuestión de cuál es el lugar del teatro en nuestra sociedad actual y cuáles pueden ser sus virtudes. Para ello nos ofrece el testimonio vivo de otras maneras de hacer teatro que triunfaban cuando él comenzaba, en los inicios de la democracia y que, ahora, han quedado desfasadas. Lo maravilloso es que no solo pone el foco en cómo el teatro ha ido cambiando, sino en cómo el propio público, esa comunidad de espectadoras y espectadores, también es otra. De esa manera, nos vuelve a confirmar que teatro y sociedad son un todo inextricable y que revisando el primero también revisamos la segunda. Efusivo y emocionante, en medio de un desierto poetizado por la escenografía de Cátia Barros y la luz de Mário Bessa, con una raíz seca y escultural de un árbol en primer término y un par de butacas de teatro en segundo término, Capelo pone en escena cuestiones estimulantes y polémicas, como puede ser la legitimidad política, en sentido profundo, de un teatro vacío de contenido y de memoria.

De muy diferente signo, porque plantea una problematización del concepto “representación” y “realidad”, dirigiéndose directamente a nosotras/os, pero igualmente asentada en lo biográfico (memoria), podríamos situar la perturbadora e impactante ‘STABAT MATER’ de la brasileña Janaina Leite. Esta pieza me dejó profundamente impresionado por la valentía y la complejidad teórico-filosófica, encarnada a través de una performatividad que combina la transmisión directa con el público y el juego estilizado en momentos de danza, de trabajo con máscara, de “pole dance” y de vídeo. Es increíble la sutileza con la que Janaina aborda temas difíciles y muy espinosos como la sexualidad y la maternidad, la pornografía y las inquietudes eróticas, la sexualidad y la violencia, lo femenino y lo masculino, las constelaciones familiares, los traumas y sus fantasmas, la realidad y la representación, la verdad basada en la propia experiencia personal, la alegoría de la virgen María. Una pieza de gran delicadeza en la relación con su madre, que la acompaña en el escenario, y también con nosotros, con el público, casi como cómplices en su investigación, que se convierte, a través del arte, en un viaje emocional que nos da mucho que pensar. En ‘Stabat Mater’ es de radical importancia la calidad de las presencias reales de Janaina y de su madre Amália Fontes, no solo por su singularidad, por la verdad que saben llevar al escenario, sino también por sus habilidades para traer experiencias y fantasmas que nos hacen ver más allá de las circunstancias personales.

Recuperación de la memoria es también la que hace el Centro Dramático Galego (CDG), en coproducción con Teatro do Noroeste – Centro Dramático de Viana y con los dos teatros nacionales de Portugal, el São João do Porto (TNSJ) y el D. Maria II de Lisboa (TNDMII), en ‘MANUELA REY IS IN DA HOUSE’, con dramaturgia y dirección de Fran Núñez, al recuperar la figura olvidada de Manuela Rey. Una joven y talentosa actriz y escritora, nacida en Mondoñedo (Lugo) en 1842 e interrumpida su carrera fulgurante en 1866, con solo 23 años, cuando era actriz del primer elenco estable del TNDMII de Lisboa. El espectáculo mezcla la dicción directa, típica del teatro documento, en boca de Paula Ballesteros, investigadora del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), que actúa como narradora, con escenas teatrales que recrean algunos momentos clave de la vida de Manuela Rey y con el relato posdramático de fragmentos de las historias de las actrices y de los actores del elenco, configurando, de esta manera, una especie de relato de relatos sobre el oficio actoral, asentado en las memorias personales del equipo artístico. Otro de los alicientes del espectáculo es la banda sonora original de Xosé Lois Romero, con temas en los que acordeón y sampler, reúnen sonoridades tradicionales y electrónicas de calidad evocativa y festiva, casi del mismo modo que se amalgama, sobre el escenario, lo onírico y ritual de este homenaje, con lo político en la restitución de esta figura histórica femenina.

No quisiera acabar sin referirme al humor en ese mirar de frente lo que nos precede, para ser más conscientes de dónde estamos y de lo que somos. Mala Voadora se ha atrevido en ‘OLD COCK’ a poner en escena al famoso Galo de Barcelos, ese souvenir con forma de gallo que, inventado por el aparato publicitario del Estado Novo del dictador Salazar, sigue representando a Portugal a día de hoy. El escritor americano Robert Schenkkan, ganador de un premio Pulitzer y dos premios Tony, ha escrito este texto para Jorge Andrade, que dirige e interpreta al gallo de Barcelos. Metido en una especie de máscara gigante, que parodia el objeto decorativo, este gallo nos recuerda la leyenda que está en su origen, sacándole punta a esa mezcla de ingenuidad, truculencia y malicia popular que forman parte de la cultura tradicional portuguesa, o por lo menos, de una parte de ella. Un discurso que hace guiños cómicos y satíricos al populismo de extrema derecha que ha aumentado en las pasadas elecciones. Un ajuste de cuentas con el propio Salazar, que comparece, como en un holograma “deepfake”, dialogando con el gallo, que le pide explicaciones y le pone los puntos sobre las íes.

Me quedan muchas propuestas por “fitar” de este 47 FITEI. Repensarlas volviendo a verlas en mi memoria para escribir sobre ellas, aunque solo sean algunas palabras para compartir contigo, es otro ejercicio de la mirada. De una mirada que lucha por ver, que es brava porque no quiere ser domada, y que, como el país, viene del trauma y no está libre de fantasmagorías.

P.S. – Otros artículos relacionados:

“FITEI 46. Trauma y bravura”, publicado el 15 de mayo de 2023.

“Paranomasia de Patrícia Portela”, publicado el 25 de mayo de 2019.

“Empoderamientos en el 41 FITEI do Porto”, publicado el 18 de junio de 2018.


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