Críticas de espectáculos

Herio Azeri Hori (esa muerte tan astuta)

Herio Azeri Hori

Fecha: 16 de marzo. Lugar: Escuela Navarra de Teatro. Dirección: Ion Barbarin y Mercedes Castaño. Reparto: Ainhoa Ruiz, Inés Bengoa, Iván García, Izaskun Mújica, Patricia Eneriz. Texto: Pablo Barrio Ramirez. Producción: Escuela Navarra de Teatro y Ayuntamiento de Pamplona. Incidencias: Media Sala. 60 minutos de duración. La obra ha tenido cinco representaciones para colegios con 1.200 espectadores.

Existe teatro en euskera en Navarra. Hay proyectos, compañías, actores y managers implicados, abundante público infantil y, en menor medida por cuestiones lingüísticas obvias, público adulto interesado. Sin embargo muchas veces parece que esto no sea así. En las jornadas técnicas que sobre la escena navarra se han realizado reciéntemente o en el proyecto presentado para impulsar una Red de Teatros, no se ha tenido en cuenta, ni se han planteado las políticas de apoyo que necesita. Asi las cosas, el teatro hecho en la otra lengua oficial de Navarra seguirá a expensas de lo que se haga en la Comunidad vecina. Tampoco el Teatro Gayarre se ha acordado del euskera en la celebración del día internacional del teatro.
La exhibición de la obra “Herio azeri hori” (esa muerte tan astuta) prueba que el teatro en euskera existe. Esta producción en la que casi todos los participantes son navarros, ha llevado a escena la obra ganadora en el año 2007 del Concurso de textos de teatro dirigido al público infantil.
No era fácil salir con buen pie del reto asumido por los estelleses Ion Barbarin y Mercedes Castaño al aceptar la adaptación y dirección del texto de Pablo Barrio. “Herio azeri hori” toca un tema tabú donde los haya: la muerte de un niño, y se atreve, además, a dirigirlo al público infantil, claramente sobreprotegido en nuentros días. El de hoy es tiempo de mensajes fáciles en la escena infantil, de músicas pegadizas, colores, saltos y algarabías. Tienen mérito la ENT y el Ayuntamiento de Pamplona al organizar el concurso y producir este texto que difícilmente hubiera sido llevado a escena por una compañía teatral: la muerte de un niño no vende bien.
El autor ha planteado el tema desde un punto de vista materialista y naturalista: el destino de la vida es la muerte. La cuestión está en la calidad de lo vivido y en la conciencia de la maravilla que supone el hecho de tener una vida que vivir. En todas la escenas hay seres vivos que mueren de forma natural: animales del zoo, peces, plantas…. Así muere también el niño… ¿es ello injusto?… no -dice la Muerte; sí -pensamos la mayoría de los espectadores.
Pero lo que podía haber dado en algo sórdido, se convierte, gracias a la calidad del texto y al trabajo de los directores, en un espectáculo luminoso y poético, que atrapa al público –el silencio de los niños es significativo. Sin rehuir momentos emocionantes y especialmente intensos, la propuesta ofrece pasajes alegres, escenas de humor y guiños de distensión que el público agradece.
La Muerte concede al niño la posibilidad de revivir momentos de su vida: vuelve a disfrutar del amor de sus padres, de la amistad, de alegrías y de enfados y disgustos. Encuentra así el sentido de lo vivido. El texto no se apoya en la esperanza y el consuelo en el más allá, tampoco lo niega. El niño pasa de la rebeldía inicial a la aceptación de la ley natural.
Los directores han alejado de su propuesta escenas hospitalarias o ritos de duelo al uso. Han echado mano de una estética minimalista basada en una escenografía sencilla, en la preponderancia del color blanco y en el apoyo técnico de una cuidada y acertada luminotecnia y de un efectivo acompañamiento musical. Con ello han creado un ambiente especial, sugerente y atractivo, que en momentos roza lo inmaterial, y se mantiene ajeno a los espacios que normalmente unimos a la muerte.
Los actores, antiguos alumnos de la Escuela, resultan impecables. Destaca Ainhoa Ruiz, en el papel de Niño, por la intensidad de su interpretación y el amplio abanico de registros que despliega –desde inocente alegría al mayor dramatismo, e Inés Bengoa, la Muerte, que derrocha energía y logra credibilidad y medida en un difícil papel. Patricia Eneriz, Izaskun Mújica e Iván García están muy acertados en un trabajo de concepción predominantemente coral.
Mención especial merece Luz y Fer, técnico de la ENT, por el magnífico trabajo realizado en el diseño de luces y sonido y en la elección musical, aditamentos técnicos sin los que la obra no hubiera sido lo mismo.
Hay pues, visto este montaje, teatro en euskera de indudable calidad. Los nuevos planes públicos de ordenación y revitalización de las artes escénicas deberían plantearse su fomento y difusión.


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