Críticas de espectáculos

Ildebrando Biribó. El último Cyrano / El Gato Negro

Encender la llama

 

Obra: “Ildebrando Biribó. El último Cyrano” Autor: Emmanuel Vacca. Adaptación: Alberto Castrillo-Ferrer. Compañía: El Gato Negro. Escenografía: Mónica Ramos y Alberto Huici. Iluminación: Patricio Jiménez. Vestuario: Marie-Laure Bénard. Dirección: Iñaki Rikarte. Teatro Fernán Gómez (Madrid)

Del 10 de febrero al 7 de marzo de 2010. Desde el pasado 10 de febrero y hasta el próximo 7 de marzo, la sala II del Teatro Fernán Gómez de Madrid acoge la producción de El Gato Negro “Ildebrando Biribó. El último Cyrano”, con dirección de Iñaki Ricarte e interpretada por Alberto Castrillo-Ferrer. Este texto, que Emmanuel Vacca escribió para ser interpretado por varios actores, ha sido adaptado por Alberto Castrillo-Ferrer para convertirlo, gracias a un buen trabajo dramatúrgico, en un monólogo que nos acerca a la historia de Ildebrando Biribó, el que fuera apuntador de la primera representación mundial de Cyrano de Bergerac, que tras el final de la función fue hallado muerto en la concha desde la que soplaba el texto a los actores y actrices.

En esta propuesta, El Gato Negro vuelve a dejarnos otra buena muestra de su gratificante manera de entender el hecho teatral y de su buen hacer (recordemos su excelente “Ojalá estuvierais muertos” y su más reciente “El misántropo”) y convierte el escenario en un universo repleto de lo que es propio y definitorio del teatro: la teatralidad. La puesta en escena, con un magnífico ritmo y una correcta y dinámica utilización del espacio, va poniendo el acento en resaltar el juego del teatro dentro del teatro, en hacer visible el atractivo que hay en lo teatral. Y lo hace con gusto, con sencillez, con capacidad de sorprender, creatividad e imaginación, para componer un espectáculo que transmite, llega con claridad y conecta fácilmente con el público.

Un logrado diseño de luces y una sobria y eficaz escenografía (un gran reloj de arena y un antiguo “secretaire” lleno de cajones y resortes que el actor manipula para convertirlo en todo lo imaginable: desde una frutería parisina a un teatro de guiñol, desde una nube celeste a concha de apuntador) hacen visible el mágico mundo de Ildebrando Biribó y crean momentos hermosos visualmente. El teatro es, en esencia, interpretación, ficción que se hace real gracias al trabajo del actor sobre la escena. El teatro es personaje, y el personaje es máscara, apariencia, gesto, voz, palabra, movimiento. Es lo que hace y dice. Existe porque hay alguien que actúa, porque hay alguien que lo muestra. Y este Ildebrando Biribó cuenta con un gran trabajo actoral capaz de dar consistencia y verosimilitud al personaje, capaz de encender la llama del teatro. Dominio del ritmo y el espacio, recursos interpretativos y capacidad de escuchar el latido del público, son las herramientas que construyen un personaje entrañable y cercano, que se puede tocar con la punta de los dedos.

Joaquín Melguizo


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