En cartel

La emocionante ‘El mar’, de Xavier Bobés y Alberto Conejero, llega al Arriaga

Cuenta la historia de un maestro que quiso llevar a sus alumnos a ver el mar, pero la irrupción de la guerra truncó sus planes

El Teatro Arriaga de Bilbao ofrece el miércoles 29 de noviembre, a las 19:30 horas, ‘El mar, visión de unos niños que no lo han visto nunca‘. Esta obra, interpretada por Xavier Bobés y Sergi Torrecilla, y cuyo texto y dirección firman el propio Xavier Bobés y Alberto Conejero, ha tenido una estupenda acogida por parte de crítica y público.

Esta pieza – fruto del primer encuentro como creadores de Xavier Bobés y Alberto Conejero- propone un dispositivo en que los objetos, el poema y el material documental conviven sin jerarquías. El resultado de ello es una bella puesta en escena al servicio de una historia conmovedora, toda una oda a la educación y al poder transformador de la escuela, y más concretamente un homenaje a la figura de todos aquellos maestros y maestras para quienes su oficio era mucho más vocación que oficio.

El mar, visión de unos niños que no lo han visto nunca‘ sube al escenario una historia que es real, que sucedió, o mejor dicho, que no sucedió. Porque la obra cuenta la historia de una promesa que no se pudo cumplir, la que hizo un maestro a sus alumnos. El maestro era Antoni Benaiges y los alumnos eran los niños y niñas de la escuela rural de Bañuelos de Bureba, un pueblo de la provincia de Burgos. ¿Qué les prometió un día de invierno a comienzos de 1936? Les prometió́ el mar. Pero el 25 de julio de 1936 Benaiges fue fusilado. Porque Benaiges pertenecía a una generación de maestros y maestras con una nueva forma de entender la educación que fue extendiéndose durante los primeros años de la Segunda República pero que no pudo continuar por la llegada de las tropas afines al bando fascista y la posterior dictadura. Con su asesinato, aquella promesa quedaría sin cumplir.

Antoni Benaiges era un joven maestro catalán que en 1934 llegó a la escuela rural de Bañuelos de Bureba (Burgos), y desde muy pronto mostró un enfoque distinto a la hora de plantear sus clases, con un grado de compromiso personal muy fuerte. Pocos meses después de su incorporación a la escuela pagó de su bolsillo un gramófono y una rudimentaria imprenta, y desde ese primer curso, los niños y las niñas empezaron a publicar sus emociones, sueños y pensamientos. Así, en enero de 1936, publicaron ‘El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca’. Aquel librito «contiene, en formato de verso, más que prosa, las expresiones de los escolares de cómo se imaginan el mar, sus miedos y sus sueños». Ninguno de los niños había visto el mar. El maestro les prometió que aquel mismo verano los llevaría a Catalunya para verlo, pero jamás pudo suceder.


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