Críticas de espectáculos

Las Criadas, de Jean Genet en adaptación

El tiempo no pasa, corre y corre veloz. Y en Arte, más veloz que la vida misma; vuela el tiempo y deja en el olvido los ídolos, a veces de barro, que apasionaron otrora el gusto del público y más de las veces fueron falsos ídolos.
Quién recuerda hoy, no pensamos en nuestras tierras de América Latina, en Europa misma a Francois de Curel, fue llamado el Ibsen francés y Henry de Lenormand, el autor de los casos psicológicos y personajes más poéticos que reales que acaparaban el interés del público, en los mismos momentos en que esta generación del 41 surgía a la vida artística chilena, hace más de sesenta años.
Fue la generación renovadora del teatro en Chile. Sus cimientos no fueron los autores ni los actores actores que la precedieron. Ni Carlos Cariola ni Enrique Barrenechea, ni Báguena ni Bührle, ni Elena Puelma ni Evaristo Lillo ni Alejandro Flores fueron sus padres teatrales. Estuvo contra el teatro que ellos hicieron como autores, contra su actuación viva en el escenario. Como autores, el nexo fue alejando en el tiempo, fue el siglo de Oro español, Cervantes y Lope de Vega, los que habían pasado, glorificados, la barrera del tiempo y don Ramón del Valle Inclán, el gallego iconoclasta, apenas unos años mayor que los fundadores del Teatro Experimental de la Universidad de Chile (TEUCH).
Los jóvenes insurgentes son irreverentes, violentos y agresivos y a veces, parricidas. En el expresionismo alemán Hasenclever escribe «El Hijo» («Der Sohn»), el hijo que mata a su padre. Simbólicamente la generación que nace mata el pasado. Y en Francia, en la primera mitad del siglo XIX, se produce la famosa batalla de Hernani, entre los jóvenes románticos y los neoclásicos, después de la cual, el romanticismo se impone en Francia con Hugo y Dumas (padre) a la cabeza. Años después, el genial irreverente Jean Arthur Rimbaud, se burla del ídolo Víctor Hugo. «Víctor Hugo era un loco que se creía Víctor Hugo».
Brillaron como estrella fugaces, Francois de Curel, el Ibsen francés y Henry de Lenormand, Jean Giraudoux, para nombrar tres cumbres del teatro francés, para luego ser olvidados. Hay jóvenes poetas que desprecian a Neruda e ignoran a Darío. Así, el tiempo que vuela encubre las celebridades y talentos y los cambia según la moda. A Arrabal no se le ve ahora en ningún escenario. De los famosos del teatro del absurdo se recuerda en estudios universitarios a Becquett, y fue el autor mayor. A Ionesco se le recuerda y lo reviven en grupos jóvenes con «La cantante calva», su obra inicial. Así son las veleidades de la fortuna, tronos que se destronan. El Genet que hemos visto recién en Puerto Montt, quedó fuera de la escena viva. El cine lo mantiene, porque está en el filme «El marinero Querelle», en circuito reducido de cine club y de especialistas.
Pero Puerto Montt gozó descubriendo a Genet, a través de este grupo tarapaqueño, excelente, disciplinado, artístico, de excepcional nivel profesional. No sabemos si reciben dinero por su trabajo teatral,lo cual distingue al actor aficionado del profesional, que vive de su arte. El trabajo de Carlos Villagra, Eddie Ibar y Guillermo Ward, director y actor, es de profesionales y de primer nivel.
Los Temporales Teatrales, en su décimo tercera temporada, se enriqueció con la presencia de la compañía de Iquique. Insistimos en nuestra aseveración anterior: el teatro que se está haciendo en las provincias, con gran tenacidad y mucho sacrificio y amor por la profesión, es el rostro del nuevo Arte Dramático de Chile. Con mayor o menor intensidad todos los grupos regionales le deben al Teatro Experimental de la Universidad de Chile, los fundamentos en que se originan, el espíritu que los anima, la seriedad profesional y artística con que trabajan y como llegan a todos los públicos.

Por Domingo Piga
Director y actor teatral. Ex decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.


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