El Chivato

Lo Ex de la Expresión

La danza… ¿es expresión?

Empiezo con una pregunta que pareciera ser fácil de responder, pero en realidad no lo es. Digo que no es fácil en tanto no hallaremos una única respuesta -«la correcta»- sino múltiples acercamientos a la problemática, muchas veces contradictorios y opuestos entre si. Esta pregunta ha generado siempre gran polémica en el arte coreográfico y sigue presente en las tendencias contemporáneas las cuales, dicho sea de paso, se sitúan en la llamada «crisis de la expresión» en el arte.

Antes de adentrarnos en esta cuestión, aclaremos algunos supuestos de base. En líneas generales, al hablar de expresión en arte se está suponiendo que la obra artística como forma material (sea danza, pintura, música, cine, etc.) se halla en función de un contenido de origen subjetivo al cual visibiliza/manifiesta. De alguna manera, la expresión alude directamente al artista como creador, como quien da forma a la materia y se expresa a través de la misma. Si nos basamos en esta premisa, podríamos concebir a la danza como un medio inigualable de expresión, en tanto es el cuerpo el que baila; es decir, es el sujeto en si mismo, en su movimiento, el que crea la forma, la obra. Por este motivo, danza y expresión interior están íntimamente vinculadas y en muchos casos, amalgamadas.

Dentro de la tradición de la Danza Teatral Occidental encontramos la corriente Expresionista y Moderna, las cuales conciben el movimiento corporal como un vehículo para transmitir sentimientos, emociones, pensamientos, ideas. De esta manera, la danza es considerada un medio para comunicar algunos aspectos inmateriales e invisibles de la interioridad del ser.

Por otra parte, nos encontramos con propuestas más formales, como es la Danza Clásica. Este tipo de manifestaciones coreográficas ponen su énfasis sobre todo en la destreza técnica del bailarín. Sin ir más lejos, se basan en un código de movimientos instituido, estable y común para todos sin considerar las individualidades en cuestión y sus variantes. Se trata de una tendencia formalista ya que su preocupación central radica en la forma externa de la danza aunque, bien sabemos, esto no excluye la intención de representar emociones y sentimientos en las obras *. Vale aclarar que las divisiones planteadas entre una danza subjetivista y una formalista no son nunca taxativas. Más bien, esta división simplista tiene un objetivo descriptivo y meramente analítico.

Pero vamos a nuestro objeto: la Danza Contemporánea –o Nueva Danza- se halla en un enclave dentro de la Danza Teatral Occidental, ya que fluctúa entre expresión y formalidad buscando nuevos modos de hacerlas confluir. Por un lado, aún valiéndose de las técnicas corporales consagradas, no las utiliza como un objetivo en si mismo. Por el contrario, en la Danza Contemporánea, el uso de la técnica es una herramienta indispensable y un medio para que el bailarín pueda crear un lenguaje corporal propio y que surja de sus posibilidades corporales sin la necesidad de repetir formas o atarse a modelos estereotipados. Sin embargo, lo dicho no supone que el bailarín utilizará la danza como medio de expresión de lo meramente íntimo y personal. En la Nueva Danza, la expresión es abordada desde un lugar diferente ya que se pretende la valoración de la subjetividad pero sin (pro)poner a la danza solo como medio de transmisión de emociones, sentimientos y pensamientos predeterminados; pues se pretende reivindicar al lenguaje coreográfico como forma artística y materialidad en si misma, más allá de su intérprete.

Ahora, la coincidencia entre el creador y lo creado que caracteriza a la danza plantea una situación bien difícil al momento de establecer ciertos límites: ¿Es acaso posible escindir al sujeto danzante de la forma danzada?

Esto es un simple esbozo de una gran polémica que se da en las tendencias contemporáneas… ¿Cómo hacer de la danza un lenguaje significativo en sí mismo sin por ello borrar a la subjetividad danzante? ¿Cómo crear un lenguaje corporal que surja desde la subjetividad en cuestión rescatando su singularidad, pero que cuente con una relativa autonomía como forma material?

Y el hecho de que el bailarín no utilice a la danza como medio de expresión de su interioridad, ¿significa que la expresión desaparece por completo?

Entonces ¿Qué es expresar?

No busco –ni podría- agotar aquí esta problemática pero si pretendo abrir la discusión. Situamos a la Danza Contemporánea en la «crisis» expresiva del arte, lo que no significa la ausencia de la expresión. Crisis indica la ruptura con un modo específico y unívoco de entenderla. Crisis es criticar, hacer temblar, cuestionar, pero no eliminar. Crisis es haber perdido el fundamento primero y encontrarse en arenas movedizas a la hora de definir… buscando, recreando, imaginando nuevas formas de entender y abordar la expresión y por ello, nuevas formas de danzar.

* Establecemos una diferencia entre lo que es la expresión y la representación. Brevemente, la primera alude a la manifestaciones de sentimientos, emociones, ideas propias del artista creador como subjetividad y la segunda supone una instancia de ficción, donde aparece el personaje artístico y no ya el artista como persona.


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