El Chivato

Publicado el libro Un hombre llamado teatro que analiza la trayectoria profesional de Fernando Urdiales

La obra de Fernando Urdiales, quien fuera actor, director y dramaturgo de la compañía Teatro Corsario cuenta con un nuevo libro, Un hombre llamado teatro, editado por Gatón Editores. Se trata de una reflexión colectiva en el que participan desinteresadamente 190 personas del mundo de la cultura que desentraña de forma pormenorizada su trayectoria profesional.

Escritores, pintores, fotógrafos, periodistas, críticos, profesores de universidad, programadores, ilustradores, músicos, profesionales de las artes escénicas o dibujantes ponen en valor, a través de un trabajo coral, distintos puntos de vista sobre el desarrollo ético y estético del mundo del teatro en Castilla y León.

Entre algunos de sus autores, figuran cinco premios nacionales: Gustavo Martín Garzo, Luis Mateo Díez, Antonio Gamoneda, Olvido García Valdés o Alfonso Sastre, además, de numerosos profesionales de las artes escénicas.

Esta publicación sobre Urdiales, fallecido en diciembre de 2010, es una «puesta en escena», un libro-teatro que aglutina a los profesionales del teatro castellanoyleonés y nacional, además de una selección de autores que conocieron, se nutrieron o interactuaron con una figura considerada referencia en el Siglo de Oro español.

Este es el segundo libro publicado sobre el director de Corsario, tras su muerte. El anterior fue Fernando Urdiales o la resistencia de lo efímero, una edición que corrió a cargo del Festival Olmedo Clásico, el pasado verano.

Desde el principio, los coordinadores –Víctor M. Díez, Luis Miguel García e Isaac Macho- cuidaron que la publicación no cayera en el elogio desmedido como típica loa excesiva de lo celebrado. «Nos interesaba orientar y encontrar la generosidad y el talento de los colaboradores estructurando la obra por temas y áreas de trabajo», indica Díez.

Conscientemente, el trabajo se planteó huyendo de las alabanzas gratuitas y desmesuradas sobre el personaje. «Los libros son teatros, los autores son actores», esta cita de Wallace Stevens explica los criterios marcados para la redacción de los textos y el planteamiento de la parte gráfica. Si lo que se estaba montando era una «función», -dicen los coordinadores- «nuestro libro debía ser el teatro perfecto para acogerla».

El libro se divide en tres grandes áreas: el camerino, el lugar de la tensión interior, las confidencias, las felicitaciones íntimas, el lugar recogido antes de salir a escena y al que se vuelve después de la función; el patio de butacas que trata de abarcar toda la escena, un espectador privilegiado… y los escenarios. Todas las obras desgranadas, una a una en los casi treinta años de Teatro Corsario, las opiniones de los compañeros de profesión, la crítica, la voz de los protagonistas sobre las tablas.

A todo ello hay que añadir un numeroso grupo de artistas plásticos –ilustradores, fotógrafos, pintores y dibujantes- que contribuyen a desentrañar las claves de la preocupación artística de Urdiales.

A lo largo del texto, queda también apuntado el compromiso de Urdiales con su tierra –nunca quiso abandonarla-, la reivindicación del teatro clásico como imprescindible acervo cultural del pueblo y, en general, el teatro de provincias como una apuesta de calidad.

Aunar tradición y vanguardia, su acentuado espíritu de riesgo, amasado con buena dosis de provocación, obligó a plantear secciones que dieran verdadero sentido a lo contado. Por ejemplo, un mix de sus entrevistas en forma de cómic dibujado por Ramón; las memorias personales embarcadas como viajeros con maleta en un tren León-Valladolid-León, pintado por Manuel Sierra o la creación de una portada meta-teatral, como la de María Murciego en que Urdiales aparece en el pupitre de La clase muerta de su admirado Kantor. Un haz de luz deja a la vista los pies desnudos sobre las míseras tablas que simbolizan la dignidad en la pobreza de su dedicación al teatro. Y en otro apartado, la sensación de estar delante de un álbum de fotografías comentadas como si fuesen fogonazos, instantes de una vida tan intensa y activa.

El libro de 216 páginas está patrocinado por la fundación Villalar-Castilla y León, CCOO-Castilla y León, Caja de Burgos y la bodega Hiriart.


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