El Chivato

Quasar Teatro presenta ‘El mal de la muerte’ en la sala La Grada de Madrid

La Compañía Quasar Teatro presentará ‘El mal de la muerte’ en la sala La Grada de Madrid los días 17, 18, 19 y 20 de diciembre. La obra está Basada en el relato homónimo de Marguerite Duras, es un acercamiento al universo del desamor, donde hombre y mujer intenta acercarse desde el silencio y la soledad.

El relato va de erotismo, de sexo, de amor, de erotismo sin belleza, de sexo sin deseo, de amor incapaz, de la incapacidad de amar, o sea, de la muerte que se llora, no porque se la espera con temor, sino porque se vive como si la gestación hubieran sido nueve meses de agonía y el nacimiento, la muerte. Una muerte que respira, una muerte que puede ser contagiosa.

Quasar Teatro ha trasladado la brevedad y la intensidad del relato al escenario, destilando su esencia gota a gota, con la lentitud a que invitan los silencios, con el aroma de ajustadas palabras justas, con el sabor de las lágrimas. Son el alambique dos personajes, sin nombre, una mujer y un hombre, ella y él. Él es portador del mal; ella una prostituta que, por el mismo precio, ejerce de terapeuta. La destilería, una habitación alquilada con una cama, una silla y dos paneles vacíos al fondo, sin más adornos. Una cama sobre la que dejar constancia de una patología incurable; una silla en la que sentar tanta muerte, de la que levantarse para seguir muriendo, tras uno y otro intentos frustrados para vivir algo parecido a la vida.

La mujer se adentra en el desafío del hombre. Este, decide contratar su cuerpo, su presencia. Desea descubrir la cercanía de dos cuerpos en lo cotidiano. Ella debe ser sumisa, no debe hablar, debe estar siempre a su entera disposición.El contrato, de duración determinada, va expirando. Quizá el hombre descubra cosas que no dice, que no se atreve a reconocer. Quizá descubra el por qué de la presencia de ella, de la necesidad de este morboso juego.Quizá ella lo entienda. Pero eso no justifica nada.

En ‘El mal de la muerte’ se rehúye la mirada, y el silencio es tan elocuente como la palabra. Mantener un equilibrio entre silencio y palabra, sin apenas mirarse, es una prueba para un actor, así como intentar que la piel de un cuerpo le hable a la de otro sin tener nada de pasión ni de ternura que decir.

Son frecuentes los oscuros de muy poca duración que dan lugar a cambios de posición de los actores que conforman sucesivos cuadros escénicos como si de cuadros pictóricos se tratara, o como flashes cinematográficos con sus protagonistas a punto de moverse que, también formalmente, presenta la función.


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