Críticas de espectáculos

“Sonetos del amor oscuro” Lorca/Cía. Santiago Meléndez

Llevados por el viento

 

Obra: Sonetos del amor oscuro Autor: Federico García Lorca. Compañía: Cía. Santiago Meléndez. Intérpretes: Alberto Amarilla y José Dault. Guitarra: Hernán Filippini. Dramaturgia y Dirección: Santiago Meléndez. Teatro de la Estación (Zaragoza). 23 de mayo de 2010. Dos tercios del aforo.

En la línea del excelente “Recital Benedetti” y del “Donne” (que aúna poesía, danza y música en torno a poemas de escritoras en lengua española), la compañía de Santiago Meléndez presentó el pasado domingo en el Teatro de la Estación “Sonetos del amor oscuro”, sugerente puesta escena basada en los sonetos de Federico García Lorca. Se trata de una colección de poemas que Lorca agrupó bajo ese título en 1936. En ellos está presenté toda la intensidad, la calidad y la belleza del verso del poeta granadino. Santiago Meléndez desnuda la escena para que ahí, en ese lugar acotado en el espacio y en el tiempo, muestre todo su esplendor la poesía lorquiana.

Poesía (la palabra esencial en el tiempo, que decía don Antonio Machado) y teatro (un espacio vacío y alguien que lo atraviesa, así lo definió el maestro Peter Brook) se funden en un abrazo intenso e irrumpen en escena como llevados por el viento. A lomos de los acordes que Hernán Filippini arranca a su guitarra, cabalgan los versos del poeta y nos llegan, nos tocan, nos traspasan, nos inundan. A veces al paso, otras, al trote o al galope, pero siempre plenas y radiantes.

Palabra y cuerpo, silencio y gesto, espacio y movimiento, se aúnan, se miman, se esperan, se miran, se contemplan para construir esa emoción, ese sentimiento que sólo puede crear el teatro. Elementos que Santiago Meléndez maneja con gusto, con inteligencia, tal vez con algún momento de excesiva dilación, pero siempre rendido a la intensidad de la poesía. La fuerza, la belleza, la turbación, el pálpito, están en el verso y no hay nada que le discuta su protagonismo. Todo lo demás está ahí para reafirmar lo que ya contienen los sonetos. Así, se hacen ciertas las palabras del poeta y la poesía se levanta del papel y se hace humana.

El verso se vuelve vivo, se hace carne, aliento y voz en el regazo de Alberto Amarilla y José Dault. Se muestran entregados, seguros, convincentes, profundos. Transparentes también, para dejarnos ver las entrañas desde las que nacen los versos que nos dicen. Versos que nacen limpios, intensos, verdaderos. Llenos de emoción y sentimiento. Versos que llegan a la sala con calidez, como un soplo en alma, y a los que el público respondió con una rotunda y merecida ovación.

Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón, 25-05-10


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba