Recuerdo que me encontraba en Turín, trabajando, y muchos amigos me lo habían recomendado porque era «sin palabras», hacía más de un año. Y quizá fué ese mi pecado, ir con espectativas muy altas, como cuando uno va a un montaje de «Cirque du Soleil» o «Slava». El caso es que mi compañera (que todavía me mira mal por sablarle cuarenta y pico euros en la entrada) y yo comenzamos a ver esta sucesión de pequeñas coreografías emocionados y sorprendidos por el uso de la «luz negra» que parecía ser el meollo de todo el espectáculo. Pero mire usted, a mi me gustan los helados de 3 o cuatro sabores, y cuando pasan más de 20 minutos sin que exista un mínimo cambio de ritmo o, no digo ya, un intento de «crescendo», a uno le resulta pesado este tipo de exhibiciones. No quiero quitar mérito a los acróbatas/bailarines en una forma física que ya quisieramos muchos, pero no me pareció bien aprovechado todo su potencial, limitándolos solo a la «genial idea» de coreografías de efecto chill-out con luz de Wood. Recomendado a parejitas de clase alta que necesiten encontrarse a oscuras y que no quieran que les moleste lo que sucede en el escenario.
