Críticas de espectáculos

‘Todos eran mis hijos’/Arthur Miller/Claudio Tolcachir

Secretos de familia

 

Obra: Todos eran mis hijos Autor: Arthur Miller. Produce: Producciones Teatrales Contemporáneas. Intérpretes: Carlos Hipólito, Gloria Muñoz, Fran Perea, Manuela Velasco, Jorge Bosch, Nicolás Vega, Amanda Recacha, Alberto Castrillo-Ferrer y Ainhoa Santamaría. Escenografía y vestuario: Elisa Sanz. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Música: Federico Grinbank. Adaptación y dirección: Claudio Tolcachir. Teatro Principal de Zaragoza. 4 de marzo de 2011

En 1947, cuando Arthur Miller estrenó ‘Todos eran mis hijos’, no se habían cumplido aún los dos años desde el final de la guerra. Las heridas seguían sangrando y los muertos calientes. ¿Acaso alguna vez el cuerpo de un muerto se enfría en la conciencia de su gente? Hoy, a más de doce lustros y convertida en un clásico del teatro contemporáneo, la obra de Miller ha perdido el impacto de denunciar lo inmediato y ha ganado la profundidad de hacernos reflexionar sobre la inmoralidad de lucrarse con la vida y la muerte de los demás. Siempre se nos muestran las víctimas de la guerra pero nunca a quienes se enriquecen con su dolor y con su sangre.

Y están ahí, vestidos con su traje de respetabilidad y ocultos tras su opulencia y su vida desahogada. Por eso, bienvenida sea ‘Todos eran mis hijos’. La adaptación que firma Claudio Tolcachir reduce considerablemente el texto original. Esto, lejos de ser un demérito, se convierte en un estimable valor de la propuesta del director argentino. Se mantiene la estructura casi artesanal que creó Miller, su milimétrica dosificación, la lógica aplastante de su desarrollo, pero más limpia y ligera, desprovista de densidades preparatorias y depurada de ciertas redundancias.

Tolcachir se lanza a exponer directamente las acciones sin el peso de psicologizantes tensiones acumulativas. Por eso el espectáculo resulta vivo, fresco y dinámico. Su lectura de la trama llega con nitidez y conduce al público con inteligencia desde la comedia costumbrista del inicio hasta la intensidad de la emoción trágica. Y lo hace manejando con precisión los elementos con los que cuenta para construir su discurso escénico. Tiempo, ritmo, espacio, trabajo actoral… todo fluye con equilibrio, con coherencia, con sentido y solidez. Lo que ves te interesa. Te engancha. De manera sutil al principio y brutalmente a medida que la acción avanza. Notabilísimo el trabajo interpretativo en su conjunto. Sobresaliente Carlos Hipólito. Y Jorge Boch, haciendo verosímil la doble pirueta emocional de su personaje. Brillante Gloria Muñoz. Y un momento impresionante: el último mutis de Kate.

Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 6 de marzo de 2011


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